¡Uaaah!, aluciné cuando vi el anuncio en MIRCROMANIA o alguna otra de las revistas de aquella época (o MICROHOBBY, no me acuerdo, la verdad), me flipó mazo la ilustración; luego el texto anunciaba la épica habitual en esta clase de juegos y (evidentemente), tampoco era para tanto la cosa.
Si no recuerdo mal, era del tipo plataformas y, desde luego, lo que más y mejor quedó impreso en la memoria fue la gran decepción de ver que el personaje era un símil de Robin Hood, en vez de estar blindado como los caballeros que aparecían en la mítica obra de John Boorman estrenada en 1981, con una turgente Helen Mirren y un Patrick Stewart que ya en aquel entonces carecía de cabello. Aquellas armaduras jamás existieron en la Historia, pero molaban más que las auténticas, esa era la idea, al fin y al cabo.
Volviendo al juego, lo cierto es que, a diferencia de Ghost'n Goblins & Ghouls, era lógico que Sir Redhan (Gran Corazón, en Hindi) fuese ligero de vestiduras para saltar con soltura y disparar flechas igualmente, pero, reconozco que Sir Arthur, sin alcanzar tales cotas y distancias, quedaba mejor, y además tenía ese plus de que la armadura era el equivalente a una vida más antes de quedarse en paños menores...
Estas gilipolleces de los jueguecitos parecen no extenderse más allá de los 0s y 1s del código máquina, pero de la mano de la cuentística humana, nos encontramos con relatos escandalosos, como cuando, por ejemplo, Peter Jackson no tiene problema alguno en poner al legendario Isildur flotando panza abajo como un acerico mientras se desliza como un corcho por el río de infausto recuerdo. Un tío con cota de malla y armadura que entre pitos y flautas son, por lo menos, unos 50 kilos de lastre... Da igual que digan que estaba inflado como un globo por efecto de la putrefacción, el primer mendrugo del Anillo se va y se queda en el fondo como una piedra con semejante peso extra, da igual que sea un pellejo hinchado... ¡Pero coló!, porque, ¡coño!, es el cine, ¡joder!. Si es que no entiendes nada, capullo de los cojones. Es un cuento.
Y sobre cuentos, en el diseño de cabecera, hay algo que ya resultaba un poco llamativo en aquel entonces: el dragón lanza sus llamas contra la espada y el brujo sus rayos con el mismo objetivo.
Francamente, hoy en día, llego a ser yo, y el dragón apunta de cintura para arriba y le achicharro, mientras el brujo que apunte al agua cerca de la cintura y le chamusco eléctricamente las pelotas y el resto. Resultado lógico: churrasco de caballero listo para salir por el desagüe...
El tema es: la espada es un símbolo. Principalmente viril, y de ahí, supongo que a estas alturas, ya pueden sacar el resto, no enfocado sobre el sexo (que también), sino principalmente sobre lo que representa simbólicamente para la realidad (rituales al margen), que no te la "doblen" ni te la "quiebren" o....
El Director de EXCALIBUR, incluso, se permitió jugar con la luz verde de reflejo en ciertas seleccionadas escenas del relato de la espada y del agua.
Algo que, fijándose atentamente, podremos ver recogido en determinados momentos e imágenes de otras producciones artísticas. Ora similares, ora de otros ámbitos temáticos.
En realidad, independientemente de la calidad de la "espada" figurativa que tenga cada uno y cuánta destreza luzca en su empleo para los desafíos y la Vida en general, me resulta más interesante el reiterado concepto de "Las Tres Luces".
Algo digno de volver a ello en el futuro.
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