martes, 1 de agosto de 2023

ROLLERBALL


A finales del siglo pasado pude ver en TVE este clásico que ha envejecido aceptablemente bien. Actualmente se encuentra disponible en AMAZON VÍDEO y pasada la frontera de las 50 pulgadas con los nuevos motores de proceso de imagen y el efectista AMBILIGHT, la experiencia varia sustancialmente: es como tener una ventana abierta a la época del rodaje, tal y como estar allí mismo, algo que tiene sus cosas buenas y, en cambio, también otras que, según mi gusto, son tendentes a romper el "encantamiento" de "creer" en lo que estás viendo.

En el año 2002 tendría su versión para las nuevas generaciones de espectadores, pero la original obra de 1975 inspiraría tanto el MOTORBALL que aparece en GUNNM como la estética y los ecos para la saga de juegos SPEEDBALL, iniciada por la empresa The Bitmap Brothers en 1988.

Si bien el Director incluye alguna cosilla en símbolos y el metalenguaje visual, es escaso y fácil de entender a poco esfuerzo que se haga. 
Siendo joven no me enteraba de nada, pero ahora se le ha podido sacar algo de jugo al reajuste mental que tuve en las últimas dos décadas y, en especial, desde el 2015.

En realidad, la principal fuerza de la historia reside en el mensaje de oxímoron que transmite el desarrollo de esta utópica distopía, donde su protagonista, encarnado por el siempre excelente James Caan, de manera completamente heroica y temeraria, firma su declaración de no conformidad con todo lo que, al paso de los años, se ha confirmado que es el "sistema" real en el que vivimos, incluida la conveniencia de dejar paso libre a las nuevas figuras que son interesantes para el "progreso" y mantenimiento del trasfondo subyacente al juego y sociedad que aparecen retratados en la película y que, naturalmente, se puede hacer extensible hacia donde nos estamos encaminando: CHINA.

Como reza el viejo dicho: "Guarda el Orden y el Orden te guardará."

El problema, naturalmente, estiba es que tal "orden" no sea del agrado de uno y se termine convertido en un romántico, trágico y monstruosamente anómalo Fantasma de la Ópera que va a terminar mal, pero luchando con genio y figura hasta la inevitable sepultura; siendo esa difusa e inquietante sombra que acecha más allá de los límites de la cobardía habitual, la conveniencia que siempre nos lleva a razonar agradecidamente y con plena fidelidad al sistema que está transformando a los humanos en antinaturales marionetas huecas.
Fuera de este "jardín" (J. Borrel dixit) y gracias a Dios, en la "jungla", las cosas no son así. Pese a la universal esclavitud, antes o después, tal y como gustaba de recordarnos Robert E. Howard en sus relatos, la "civilización" degenerada siempre será superada por el "salvajismo" natural, primitivo y primigenio, de otros pueblos sanos y fuertes. 
Algo que parece reflejado en el abismo de la mirada que James Caan lanza desde el último fotograma de su actuación: no someterse, independientemente de las consecuencias.

Quizá, todo lo que quede a mano de los que no somos héroes, sea aquel consejo que "clavó" cierta representante de los pueblos indígenas de América: "Es muy difícil, casi imposible, estar fuera del sistema. Lo más que podemos hacer es no permitir que el sistema entre en nosotros y nos llene."

Muy recomendada...

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