martes, 14 de septiembre de 2021

ESCAPE ROOM

La Corporación SONY, a la que pertenece Columbia, financia todo tipo de productos y, como de costumbre, en algunas obras aparentemente y, por lo general, efectivamente intrascendentes, te puedes encontrar gracias al Director, en el caso que nos ocupa fue Adam Robitel, que elige o cumple el encargo de mostrar una serie de imágenes en según que escenas que... ¿para qué en realidad?. 

La película está orientada a mostrar una suerte de juego de apuestas en los que unos voluntarios participan en algo bastante de moda últimamente: las habitaciones enigma de las que para poder salir hay que resolver los acertijos y superar las pruebas que plantean los creadores. 

La cinta dispone de una segunda parte, no la he visto y, para ser francos, de la primera lo que me gustó fue, precisamente, la primera escena donde ya plantean la encrucijada, el nudo de la historia. Es un recurso narrativo poco habitual pero no precisamente nuevo. Sin embargo, del mismo modo que durante los escasos segundos en la presentación de la Dama con la Luz, se nos puede pasar lo que está incluido en las imágenes, y que arriba, convenientemente congelado y recortado podemos observar, también la lujosa habitación de la que escapa el protagonista tiene otras cosas sumamente curiosas que, fuere quien fuere, decidió incluir, algunas evidentemente analizadas por el mismo personaje, otras en cambio, son mucho más sutiles y breves.

En la imagen de cabecera podemos ver la tradicional figura de la productora, pero, yo por lo menos, veo otro par de cosas más y un mensaje que puede que llegue al subconsciente o no, pero está ahí, incluida la elección de los colores. La protagonista es la Luz, dónde está situada y qué parece iluminar desde el interior tanto como desde el exterior...

En cualquier caso, vamos con las interesantísimas, fugaces y supongo que totalmente desperdiciadas imágenes seleccionadas. Nunca olviden el esfuerzo de realización que representa hacerlas materializarse, grabarlas bien y que resulten exactamente como se pretende. Y, a estas alturas, deberían ser autoexplicativas para los que hayan llegado hasta aquí...

La siguiente imagen es tan extraordinaria que merece ser comentada aparte. Ya que la salida se encuentra, precisamente en la luz enrejada cuyo diseño central es una combinación de la "sombra" de un Hexaedro en cuyo centro brilla la consabida y conocidísima figura que ya hemos visto de un modo u otro en el blog en diversas ocasiones.

Y surge la inevitable pregunta, ¿para qué tanto esfuerzo de diseño y realización?, ¿por qué incluir cosas así cuando un simple tragaluz enrejado hubiese servido igual?.

Bueno, en realidad da igual en qué creamos nosotros, los espectadores, lo que cuenta es en qué creen los realizadores y hasta qué punto ese "otro yo" que es el subconsciente resulta permeable a estas cosas, o si en serio pretenden darle significado alguno.

Los que lo hagan, cuando rezan, lo hacemos, evidentemente, de forma consciente, pero eso pueden ser ¿qué?, ¿5 o 30 minutos al día?, ¿una hora de vez en cuando?, ¿ir a la iglesia?, ¿doblarse ante el altar?, ¿acariciar y besar la mezuzah un par de veces al día?...

¿Y si los símbolos y su impregnación hiciesen "rezar" al subconsciente las 24 horas al día los 7 días de la semana?, ¿qué generaría eso y a quién aprovecharía?. ¿Por qué elegimos unos y les tenemos afinidad mientras descartamos otros?, algunas personas, no contentas con "portarlos" en un objeto, incluso llegan a marcárselos en la piel, ¿por qué?.

Una curiosidad, un misterio como la "trampa" de la habitación de la película. Tras averiguar los números de la combinación para operar las palancas en el laberinto, la puerta no se abre y tiene que escapar in extremis por el tragaluz mencionado.

Por cierto, las mencionadas cifras, si no me he confundido al ver la película, son el 4, el 8, el 6 y el 2. Suman 20, claro, pero si los sumas por parejas dan 4+8 = 12 y 6+2=8; luego podemos elegir y sumar 1+2=3 más 8 = 11 ó 1 + (2+8) = 1 + 10 = 11.

Otra tontería más de las que están llenas las historietas del cine, sin trascendencia alguna, al fin y al cabo, ¿no?...

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