El libro, aunque secuestrado por orden judicial debido a la reclamación de la madre de una de las víctimas, no es muy difícil de encontrar, por ejemplo en TODOCOLECCION, donde recientemente lo he podido conseguir nuevo a 48€, un precio bastante razonable en comparación con otras ofertas disponibles en el mismo portal de compra-venta. Y para cualquiera que se encuentre interesado en profundizar dentro de este caso criminal es un trabajo imprescindible, ya que este investigador, siempre ataviado de luces y sombras en su última etapa profesional, pudo lograr, de manera muy osada, el sumario judicial y mostrar piezas clave de él junto con ciertos comentarios propios y otras recopilaciones que siguen siendo, a día de hoy, una joya para cualquier colección de biblioteca que trate estos ámbitos.
Debido a la gran cantidad de datos es largo y un tanto pesado para leerlo, pero, lógicamente, la obra no está concebida como una novela de entretenimiento, sino como un trabajo de estudio y para el estudio/análisis de parte de la información profesionalmente objetiva a la que tuvieron acceso quienes se encontraron en la tesitura de juzgar el caso.
En su costumbre de "disparar hacia todos lados", el autor añade de su puño y letra innumerables notas, reflexiones y preguntas sobre los documentos expuestos y lo que allí se recoge. Muchas de estas indicaciones, que evidentemente guían al lector en un determinado sentido, se pueden descartar sin muchos miramientos sabiendo cómo se trabaja y se comenten errores de forma frecuente incluso sobre temas que podemos considerar que están exentos de ellos, así como por otro lado no hay que olvidar que esto es España y en los años 90 del s.XX, sobre todo en los pueblos, aún se estaba tratando de "salir" de los años 70. Para entendernos, hoy en día incluso en según dónde se encuentre un cadáver en U.S.A. no aparecen los del C.S.I. (en realidad C.S.U.) en manada, para minuciosamente recoger hasta la última molécula del lugar y dilucidar lo que ha sucedido en laboratorios de Nivel 5, donde supercomputadoras analizan todos los datos y un sesudo equipo de mentes privilegiadas averiguan sin ningún género de dudas absolutamente todo; reproduciendo cómo se produjo toda la historia de la víctima que desembocó en su muerte, desde cuando simplemente era el más veloz y capaz de los espermatozoides salidos de las pelotas de su padre hasta el momento que le tocó rendir cuentas con la Gran Parca...
Porque, si, por ejemplo, apareciese un muerto a las afueras de Jerome (Arizona, USA), los agentes de policía locales (posiblemente no más de 9), se encargarían con el forense de la zona de todo el tinglado, incluso es posible que pidiesen ayuda a quien encontró el cuerpo, si resulta que de turno solo se encuentran el Sheriff y un ayudante (los otros están de baja o de vacaciones) y los buitres amenazan con terminar de zamparse el remanente y revolver los restos en un tórrido día de verano en aquellos montes.
Estamos muy condicionados por el peliculeo y las majaderías de la TV, no es lo mismo que aparezca un perro muerto relleno de serpientes dentro de los lindes del Palacio de la Zarzuela que el hallazgo de una prostituta (o dos o tres...) muerta a los pies de los acantilados de la Costa Brava, para las Fuerzas del Orden eso es así de sencillo y de claro...
El gran mérito de la glosa que realiza Juan Ignacio Blanco reside en poner luz y claridad sobre otros hechos que sí son tremendamente llamativos.
Por ejemplo, los encargados de las autopsias son ni más ni menos que 6 forenses, que al igual que todos sus colegas del mundo mundial, tienen que tratar de establecer la causa de la muerte y registrar fehacientemente lo que ven en la autopsia realizada, así como analizar, sin tener necesariamente que especular, sobre cualquier circunstancia que les parezca llamativa debido a que resulte anormal con respecto al cuerpo de un fallecido digamos que "arquetípico y sano" en referencia a según la fase y el estado en el que se haya encontrado el sujeto con el que se va a trabajar sobre la mesa de autopsias.
Teniendo en cuenta esto, los forenses concluyeron que C1, C2 y C3 habían fallecido a causa de haber recibido en la cabeza impactos de proyectiles procedentes de un arma de fuego.
Afortunadamente, el padre de una de las jóvenes asesinadas, solicitó una segunda autopsia, de la que se encargó una eminencia adicta al protagonismo mediático: el Doctor y Catedrático D. Luis Frontela. Es lógico tener cauciones sobre cualquier profesional "estrella" y no olvidar que como cualquier humano, es susceptible de cometer errores.
Pero el hecho es que, independientemente de qué le entregasen y qué no, así como en qué condiciones se encontró los objetos de su estudio, hay cosas que supongo son de primero de carrera que el equipo original de forenses, todos, pasaron por alto lo que implicaba: la ausencia de livideces cadavéricas.
Esto es una anomalía a la que no le prestaron atención alguna al reseñarlo y que el mismo Dr. Frontela se ocupa de aclarar: "...Pero es que también hay otras circunstancias en que las livideces cadavéricas son difícilmente observadas, por ejemplo en la muerte por sumersión, en la cual las livideces cadavéricas son claras y además el cadáver se mueve y digamos que las livideces cadavéricas con los movimientos del agua se van quedando fijadas en diferentes partes del cuerpo. Ni los médicos forenses que hicieron la primera autopsia, ni nosotros hemos visto esas livideces cadavéricas. Entonces tenemos que interrogarnos el por qué no hay esas livideces cadavéricas.
¿Por qué?, porque ha habido una hemorragia importante…"
En realidad, incluso aunque hubiesen estado sumergidas aparecerían estas marcas ya que la sangre, da igual que el cuerpo sea volteado, siempre se deposita por gravedad en las zonas que resulten estar más bajas. La ausencia de livideces cadavéricas indica que se ha producido una exanguinación.
Para entendernos, este maestro de forenses nos está diciendo que a las tres jóvenes les desaparece casi toda la sangre del cuerpo antes de que se produzca, en realidad evitando, que aparezca el mencionado fenómeno de las livideces.
Un tiro en la cabeza no produce esa pérdida casi absoluta del fluido vital y las torturas a las que las sometieron tampoco. Hay que entender que entre 4 y 5 litros de sangre por persona manchan mucho, y no existe nada de eso en el lugar de los hechos, la casa en la zona de La Romana. Lógicamente tampoco podría aparecer en la zona de la fosa ya que si las hubiesen desangrado mediante el procedimiento habitual de poner la cabeza y cuello como la zona más baja y luego cortar la yugular mientras el corazón todavía late, la sangre se habría perdido en la tierra, posiblemente sin dejar traza tras las intensas lluvias que se produjeron aquel Otoño-Invierno antes del hallazgo de los cadáveres. O por caso de que, quizás, esa víscera líquida que mantiene vivas a todas nuestras células, hubiese sido recogida en recipientes por los autores y con posterioridad gastaron 4 cartuchos (uno de ellos sin detonar) como ensañamiento sobre las cabezas, para posteriormente introducir los cuerpos en la fosa.
Es curioso, ¿no?.
Lógicamente no podemos saber qué es lo que pasa por la mente de criminales del tipo de los que se encargaron de las atrocidades del caso y seguro que hay una explicación para todo.
Dejamos volar demasiado la imaginación, como cuando podríamos pensar que, si les hubiesen extraído la sangre por el método tradicional de los mataderos, las marcas del corte inevitablemente habrían aparecido en la parte media-alta de los cuellos. Pero, cosas que tiene la putrefacción, sumamente caprichosa según comentó uno de los forenses titulares en el juicio, este proceso de decaimiento afectó tremendamente al cráneo y la zona medio-alta del cuello, dejándolos en estado completamente cadavérico y casi destrozada esa parte de los cuerpos.
Gracias a la obra del ya fallecido D. Juan Ignacio Blanco, no podemos en realidad responder a la pregunta "¿Qué pasó en Alcácer?", eso tan solo lo saben los autores de los múltiples crímenes que se produjeron, pero, precisamente por su extraordinario libro sí que podemos con hechos y pruebas objetivas deducir qué es lo que No pasó en Alcácer: lo que nos han contado desde hace 29 años...
Arriba tenemos la contraportada del libro "SIN PIEDAD" de Fernando Martínez Laínez, observen la licencia literaria (o "error") que se permite directamente en las preguntas, en concreto sobre la fecha en la que aparece la mano del cadáver o cuando dice en un "terreno que ni los lobos frecuentan", cuando el realidad allí pasa un montón de gente que deja olvidados todo tipo de objetos surtidos, suficientes como para montar un rastrillo.
En la portada de este mismo libro encontramos alguna otra cosa además de las obvias y simbólicas 3 rosas blancas ajadas envueltas en hojas de periódico donde se lee: 40 / ECONOMIA, una palabra indistinguible O/...e.....v... (¿Objetivo?), de octubre, un año con la última cifra difusa, que probablemente sea 1993 y "Educación".
De principio a fin, contando y refrendando la versión oficial, el Sr. Martínez, en su muy particular y clarísimo modo, en la virtualidad que otorga el género novelístico, está señalando en Octubre - Noviembre de 1993 y diciendo exactamente lo mismo que aportaría unos años más tarde D. Juan Ignacio Blanco: lo que no pasó en Alcácer y lo que en realidad, muy probablemente, sí que pasó en aquel entonces en aquellas tierras del Levante Español.
P.D.: Otra vez Valencia...
https://www.alertadigital.com/2022/03/18/intentan-enganar-a-dos-refugiadas-de-ucrania-para-recogerlas-suplantando-a-cruz-roja-en-valencia/
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