domingo, 8 de diciembre de 2024

Arpas de Antiguos Templos


Arriba tenemos la escena original, sin los personajes que interpretan los actores de la conocida película de culto; una obra que pasó bastante desapercibida en su año de estreno pero que con el tiempo ha pasado a ser reconocida como la Obra Maestra que es, sin llegar a ser igualada, en modo alguno, por su secuela; digna pero "plana".
Hemos preferido modificar el fotograma original y reconstruirlo tanto para "despejar la zona" (¿no se han fijado que en la publicidad de lugares turísticos de ensueño, por lo general, no aparecen los turistas?, evidente: estropean la belleza del lugar con su presencia tanto como la ilusión de que las piscinas naturales de tal o cual balneario van a ser para nosotros solos, según la foto del folleto...) y poner a la vista la simetría original de la mesa de la sala.
Aquellos que hagan la comparativa con la misma toma en la película podrán ver claramente a qué asocia el Director cada uno de los personajes: el búho, el bonsai-agua-esfera y el "emperador", inmersos en la exquisita composición del Sol-lanza-(IOI)-pirámide en el camino entre las columnas del templo.
Toda la imaginería indica un camino en metalenguaje visual; 2045 es otra cosa de otra persona para las nuevas generaciones...

Soy coleccionista de gemas, tengo una pequeña pero bonita muestra de joyas talladas, tanto naturales cocinadas lentamente a lo largo de los milenios en el seno de la Tierra como artificiales fabricadas en laboratorio. Ambos tipos son fascinantes y valiosos, aunque por motivos desconocidos las más apreciadas en general resultan ser las naturales, quizá debido a su escasez, sea natural por su rareza, sea artificial y provocada, como sucede en el mercado de diamantes.

De nuevo es la percepción humana, no los hechos, la que invierte la valía de la perfección: dispongo de increíbles moissanitas artificiales cuya capacidad de brillo es superior a la de los mejores diamantes, en penumbra reflejan tanto cualquier luz que les llega que parecen tenerla como propia, una suerte de lejanos Silmarils; conseguí un topacio, del tamaño de un ojo, cuyo fulgor iridiscente parece sobrenatural; cualquier sultán o rey hubiesen dado lo que fuese en oro o harenes por poderlo lucir: parece una versión en enorme talla brillante de la Arkenstone.
Las adquirí a precios tan escandalosamente bajos que no los citaré por vergüenza, decir que estaban de saldo es quedarse clamorosamente corto.
Pero esa es la magia de la producción industrial para estas cosas: producción en masa de perfección a precios asequibles para todo el mundo.
Muy acertadamente el inventor de los rubís artificiales (que permitieron bajar extraordinariamente el precio de los relojes) decía que se haría inmensamente rico el que encontrase un método de fabricar estas piedras preciosas tan necesarias para la industria, no el que encontrase un tesoro de ellos en la India...

Me gustan las gemas naturales, cada una de ellas es única; pero la perfección "a la carta" de las joyas creadas y talladas por máquinas de cultivo y herramientas guiadas por ordenador es, sencillamente, inigualable. En este campo se ha alcanzado, le pese a quien le pese, las artes de Valinor...

"Y fue él el primero ente los Noldor en descubrir que con habilidad podían hacerse gemas más grandes y brillantes que las de la Tierra. Las primeras gemas que hizo Fëanor eran blancas e incoloras, pero expuestas a la luz de las estrellas resplandecían con fuegos azules y plateados más brillantes que Helluin; y otros cristales hizo además en los que las cosas distantes podían verse pequeñas pero claras, como con los ojos de las Águilas de Manwë. Rara vez estaban ociosas las manos y la mente de Fëanor."
- "El Silmarillon", página 83. Ediciones MINOTAURO, 1984.

Seguiremos atentos a otros campos de cultivo; Dios mediante y la tecnología también...

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