Estas entidades empezaron a variar con los cambios culturales de la zona de Mesopotamia, en los siglos para Akkad, Asiria y Babilonia la evolución los llevó a ser seres sobrenaturales equivalentes, en línea con los posteriores "daimon" griegos, pero con capacidades similares a los dioses en lo referente a la inteligencia, poder o inmortalidad aunque en un nivel más bajo, de hecho, algunos de ellos aparecieron en las listas mesopotámicas de dioses portando en su nombre el símbolo de la estrella cuneiforme que los clasificaba como divinidades. Pero con el tiempo quedaron circunscritos en el término "GIDIM", uno de cuyos significados viene a ser: "gi" = negro y "dim" = demonio. En cualquier caso, en las excavaciones de las antiguas casas sumerias se han encontrado altares dedicados a los ángeles guardianes y ya en aquel entonces aparecían representados como figuras humanas con alas y sexo indefinido, pero presumiblemente masculinos.
Con la conquista de los pueblos semíticos politeístas se incorporaron al acervo religioso empezando a quedar integrados en estructuras jerárquicas que pasarían al judaísmo como los mensajeros y sirvientes de "EL". Estrictamente hablando, del mismo modo que se desconoce el nombre de Dios, también eran desconocidos los de los ángeles encargados de las diversas misiones del altísimo para con los humanos. Pero sin entrar a valorar si eran buenos o no, todos servían directamente a los propósitos de Dios.
Surgido el Zoroastrismo Persa comenzó a plasmarse una clasificación bien definida de ellos, considerando algunos masculinos y otros femeninos, en realidad empezaba la androginia de estos seres que seguían participando en la comunicación y las vidas de los humanos, junto a la primera división entre "buenos" y "malos", en consonancia con el maniqueísmo de esta religión. En lo sucesivo habría ángeles y también sus "malos" reflejos: los demonios...
El judaísmo ortodoxo se quedaba corto para espíritus inquietos que aspiraban a más, no solo en lo relativo al conocimiento, sino también a la unión con la divinidad en una suerte de constante vínculo y futura comunión definitiva en el Reino de los Cielos, sin tener que depender de anquilosadas y estériles tradiciones limitadas a un templo de piedra. Independientemente de la existencia o no de Jesús, aparecieron los seguidores del "Cristo" y la "Gnosis".
El cristianismo gnóstico dedicó una buena parte de su doctrina a lo que acabaría por conocerse como "angeología", es decir, el estudio a fondo de los ángeles al punto de desarrollar la tesis que postulaba en serio el hecho de que todos los ángeles son en esencia masculinos y son las almas humanas la esencia femenina (independientemente de lo que nos cuelgue y lo peludos que seamos sus portadores) las que, si son capaces de seguir el camino del desprendimiento y la purificación, entrarán en el "Reino" donde serán desposadas por su parte "masculina", el ángel, que les espera para permanecer juntos en la Eternidad.
Para liar todavía más las cosas, tenían meridianamente claro que el Espíritu Santo, como creador de vida y posibilidades era, naturalmente, la esencia femenina de Dios que operaba en este mundo siendo la "matriz" en la que los ángeles desencadenaban las "chispas" del Señor para que la cosa siguiese funcionando en base a la carne, su energía y sus opciones de diverso pelaje.
Los masculinos ángeles eran los mediadores, literalmente, entre los humanos, Dios y su Espíritu, amén de esperarnos a que llegásemos al Cielo para darnos un buen revolcón que lo fusionase todo, porque en cuestiones de energía y sexo, posiblemente las entidades meta-humanas, caso de existir, no necesiten tener sexo para poder disfrutarlo. En la cultura occidental a estos "aprovechadillos", y es que a nadie le amarga un dulce, se les conocería como súcubos, íncubos y la parte tabú de muchos de los cuentos de hadas que han pasado depurados a las antologías infantiles: los tratos sexuales entre ambos reinos.
Algo que en la India no es motivo de escándalo, sino más bien de estudio.
En los primeros tiempos del cristianismo se les consideró ser de la misma sustancia que Dios y encontraron su continuidad en la pujante fe que se extendía por el mundo y la cada vez más compleja teología de sus maestros y mentes privilegiadas que en los primeros monasterios fomentaron la idea de que solamente aquellos estudiantes que fuesen realmente buenos conseguirían un guía divino que les preparase y ayudase en sus vidas, así que se les animaba a "cultivar y alimentar" a sus propios ángeles.
En las ciudades, como no, veían ésto como algo sumamente injusto, así que los clérigos, obispos incluidos, empezaron a asegurar a sus parroquianos que todo el mundo tenía su ángel guardián, algo que como hemos visto ya se creía 4000 años atrás en Sumeria, y como la Iglesia Católica mantiene que lo que los ordenados digan y hagan, siguiendo el ritual adecuado, atan al cielo lo que digan en la tierra, hubo una inflación sin precedentes y una supuesta lluvia de ángeles, seguramente con una calidad tan variable como la de sus supuestos receptores terrenales. Sin ser doctrina oficial, aparecieron categorías jerárquicas para poner un poco de orden en semejante follón de alas: ángeles, arcángeles, principados, poderes, virtudes, dominios, tronos, querubines y serafines.
Kabbalah y Zohar no se quedaban atrás en este misticismo, más bien fueron mucho más allá y junto con el revoltijo añadido de los ángeles caídos ya tenemos la existencia trufada de seres e incidentes donde estas entidades nos meten la puntita de sus alas, o a saber qué porque en esta tradición del judaísmo se considera que hay 4 mundos siendo el nuestro el último, "Assiyah", el mundo de la "acción", en el cual los ángeles, pese a existir en todos los mundos creados como una "tarea" de Dios, en éste de la carne en el que nos movemos, serían una extensión del mismo Dios para producir unos efectos concretos en su "tarea" y una vez que el ángel la ha completado, desaparece, dejando de existir. Algo que, evidentemente, es posible que no les haga mucha gracia si tienen algún tipo de conciencia propia.
Con la llegada del Romanticismo en el s.XIX, se pasó del amor cortés por una dama de carne (con su inevitable decrepitud si vivía lo suficiente) como modelo para Sofía, a la etérica caza del Rayo de Luna de Béquer: soy un hombre (heterosexual), un cazador que persigue lo imposible y no me conformo con menos.
Para mujeres portadoras del desencanto ya tenemos a las fulanas de los bares y junto a una nueva visión sobre la muerte, la gloria, lo fútil, la tragedia y Ella, estaba claro quienes eran los que podían cumplimentar todas las expectativas y despertar sinergías de todo tipo en el denostado hombre blanco heterosexual: los ángeles.
Total, solo había que adaptarlos un poco y los cementerios empezaron a ver surgir sobre las lápidas unas figuras aladas cuyas hermosas facciones femeninas, graciosos senos y deliciosas caderas curvilíneas dejaban poco lugar a dudas sobre qué es lo que le gustaba al que en sus marmóreos pies yace durmiendo el sueño eterno.
Como decía Napoleón en referencia a Dios: "todos tienen derecho a tener el amigo imaginario que más les guste".
Y el concepto ha seguido su recorrido hasta hoy en día y goza de buena salud, incluso en ciertas ramas de la "New Age" y en los "seres de luz" de prácticas como el Reiki, que la Iglesia Católica considera "satánicas" pero que tiene pinta de que todo el mundo está hablando de lo mismo: ángeles.
Sobre esto último conviene aclarar la gran decepción que experimentan muchos que siguen este singular y más o menos engañoso camino al ver que no consiguen los resultados deseados en demasiadas ocasiones, e incluso, con muy malas consecuencias en sus tratos con estas supuestas entidades "benéficas".
Es lógico, puedes pedir lo que quieras pero... ¿qué me das a cambio?. Si todo el mundo funciona así, es poco probable que seres meta-humanos sean diferentes, cuando fueron precisamente ellos, los que inculcaron la idea de la adoración, los ofrecimientos, los sacrificios y el "pacto", hace 7000 años o más, tal y como han sacado a la luz los hallazgos arqueológicos de la antigua cultura Tracia.
Por ello no están de más algunas consideraciones:
- Todos los intermediarios se llevan una parte por sus servicios y nunca sabemos si es mucho o por el contrario es lo justo, pero en cualquier caso, encarecen el producto y las gestiones que quizá de otro modo no podríamos obtener por nosotros mismos.
- La fantasía es maravillosa y abre muchas puertas, pero una de ellas es a la locura, sin necesidad de ser Don Quijote, el riesgo existe. Si los resultados son buenos, para uno y para los demás, bien está siempre que no se pierda de vista el hecho de que los "círculos beneficiosos" son los más difíciles de crear y mantener, así como, por desgracia, son también los más fáciles de romper. Por el contrario, los "círculos viciosos" son los más fáciles de caer en ellos, se mantienen aparentemente solitos y para romperlos suelen hacer falta esfuerzos titánicos y algún tipo ayuda.
- Hace no muchos años, los físicos al final se pusieron más o menos de acuerdo en convenir que el tiempo existe. No es broma, el humano de a pie lo tiene clarísimo, ahí está la esclavitud al reloj, el círculo de la vida y la muerte para demostrarlo, pero en Física las cosas son un poco diferentes y el tiempo no es tan solo un concepto que es más bien relativo, también sucede que, en según qué ámbito de las realidades matemáticas que configuran el universo y sus múltiples dimensiones nos movamos, podemos encontrar que el tiempo en realidad no existe, o no tiene influencia, o es reversible o no se sabe qué es en realidad.
Si hay algo consciente y actuante en tales dimensiones, es imposible que vean las cosas igual a como las vemos nosotros.
Y si por un casual se encuentran "fuera del tiempo", la Eternidad sería algo más que un concepto, es parte de su mundo, por lo que independientemente de las motivaciones que les muevan, hay una que seguro todos entendemos: no aburrirse.
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