jueves, 28 de abril de 2022

THERMOSPHERE

ARS GRATIA ARTIS: Rodolfo Reyes
Lo primero que pensé cuando me entré hace escasos meses de las temperaturas que se asignan a esta capa de la alta atmósfera, variables entre los 500º y los 2000º Celsius, fue que era imposible. ¿Cómo va a ser eso así?, un mar de fuego infernal cuando se supone que el infierno está abajo, hacia el magma.
No puede ser, nos están mintiendo, eso es imposible, además no podríamos ver la radiación infrarroja del espacio profundo desde la Tierra de ser así, vamos, digo yo.

Alternativa: estamos en un planeta prisión con barreras de fuego por todas partes. Lo que me llevó a Ícaro, que lo mismo no se había acercado al Sol, sino a la Thermósfera. ¿Quién sabe?, una leyenda de antiguos astronautas "caídos" y vueltos a derribar por las barreras de la "prisión". Una bonita historia en plan Erich von Däniken y sus especulaciones.
Pues ya está, aclarado y punto.

Lo que sucede es que la parte racional no me dejaba en paz y seguía pensado: ¿cómo cojones puede ser posible semejante barrera de fuego aniquilador ahí arriba y que aparentemente todo el mundo lo de por bueno?.
Así que hubo que recurrir al mundo del Dr. Beckmann y revisar lo que los científicos dicen al respecto de esa supuestamente jodida capa del planeta Tierra.


Bueno, como vemos arriba, forma parte de la Ionosfera, una gran capa electrificada generada por el viento solar y su radiación que da lugar a las auroras boreales en su juego con los cinturones magnéticos de la Tierra. Aunque la imagen que tenemos encima hace referencia a las capas de aire que se iluminan en los colores ilustrados cuando los átomos y moléculas que allí se encuentran tienen que librarse del exceso de energía procedente de la luz del Sol.
Como podemos observar, las franjas son irregulares y la que nos ocupa se extiende entre, más o menos, las 120 millas (193Km.) y las 220 millas (354Km.) sobre la superficie del planeta, donde, por increíble que parezca, aún influyen los movimientos del viento desde las capas inferiores, arrastrando partículas (por ejemplo, radioactivas de las pruebas atómicas en capas bajas o en el suelo) por todo el Globo.

La Termoesfera absorbe radiación ultravioleta, gamma y luz visible, lo que hace que las partículas que por allí revolotean se calienten lo suyo y con facilidad debido a la bajísima densidad del gas de tal capa. De hecho, las moléculas están tan separadas unas de otras que si sacas la mano desnuda del traje espacial (estando en zona de sombra donde no le toque la luz del Sol) a esa altura, se te congela sin remedio en pocos segundos con el frío del vacío que existe más arriba.

La explicación parece un tanto contradictoria pero tiene sentido cuando lo miramos en su conjunto: las moléculas se calientan mucho y con facilidad, pero al ser tan pequeñas y estar tan separadas unas de otras no son capaces de transmitir ese calor a nada que se encuentre en el entorno con ellas, por lo que cualquier aeronauta que no vaya bien abrigado (en Zona de Sombra) se quedará como un cubito de hielo y los satélites artificiales no se van a recalentar en lo más mínimo más allá de la capacidad de resistencia habitual de los materiales que los componen; no es necesario hacerlos de Titanio. Sin embargo, cuando tomamos la temperatura de la dichosa capa desde una distancia de varios kilómetros, abarcando una gran extensión de ella, nos dará, en algún momento del día, la famosa cifra de 2000ºC.

Explicado con un ejemplo imperfecto pero gráfico: la llama de una vela alcanza los 1200ºC pero no es capaz de calentar nada que tenga cerca a los lados, tan solo si se pone algo encima directamente lo puede llegar a quemar, pero es debido al flujo de aire caliente que asciende con el gas de la combustión, en la Termosfera esa densidad de aire no existe por lo que para "quemarse" habría que meterse en la propia llama, como sucede a nivel del mar con los laterales de la llama de la vela; quemar un papel resulta sumamente sencillo si lo colocas encima de una vela encendida, pero desde un lado de la llama tienes que meterlo prácticamente en la zona del gas ardiente.
Siguiendo con el ejemplo, si vamos a un campo de fútbol en la zona más fría y oscura de la Antártida y colocamos una vela encendida en cada esquina de 1 m2. de los 7700 m2. que de media puede tener el área del terreno de juego, nos encontramos con 30.800 (coincidiendo 2 por vértice entre cuadrado y cuadrado consecutivo adyacente) velas ardiendo a 1200ºC cada una, pero como estemos en pelotas a -50ºC (50 grados Celsius bajo Cero) no vamos a durar mucho aunque nos acerquemos a las 2 velitas que hay en cada esquina de los cuadrados interiores del perímetro. Y, lo que son las cosas de la vida, si un avión volase sobre nuestro fresco cadáver y las miríadas de velas encendidas para tomar la temperatura desde 9 Km. de altura, el termógrafo marcaría entre los 700ºC y los 1200ºC en ese recuadro luminoso sobre el hielo del Polo Sur.

En fin, a diferencia de los diabólicos progres que nunca dejan que la realidad y los hechos les estropeen una bonita idea o discurso-mantra, yo, me temo, que tendré que renunciar a mi versión particular del Mito de Icarus. 

La puta realidad y los jodidos hechos lo único que hacen, desde que era pequeñito, es estropearme las bonitas historietas que me imagino, incluidas las de amor de altos vuelos... A no ser que ponga un buen dinero de por medio para amortiguar las discrepancias entre imaginación y realidad, siempre caigo de culo en el suelo.

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