miércoles, 13 de abril de 2022

Fiestas, fiestas, siestas...

- MIDSOMMAR, 2019 -
La cinta, al menos a mi, se me hizo larga y hay que tener un estómago con buen aguante para ciertas escenas, por lo menos para todos aquellos que no disfrutamos con las imágenes de casquería y vísceras, que nos encontramos en el polo opuesto a los preocupantes seguidores de Eli Roth y otros creadores de sagas interminables donde no ahorran esfuerzos en imaginar las más truculentas, sangrientas y eviscerantes escenas para cada una de las secuelas, precuelas y lo que se les vaya antojando...
En fin, por lo menos en MIDSOMMAR se hace un repaso a cierta vertiente del mundo pagano y hay multitud de símbolos a recolectar a lo largo de todo el metraje. Lógicamente la mayor parte son obvios y claros, aunque algún otro aparece en segundo plano. En cualquier caso la historia está bien contada y la conclusión final da bastante que pensar, dejando un inquietante sabor de boca, que supongo es lo que se pretende con el relato. 
Cumplen muy bien y, al igual que sucede con el cuento original de Caperucita Roja (de los Grimm en adelante se suprimieron las notas más escabrosas), deja una clara advertencia flotando en el subconsciente, mientras que "The Wicker Man" (1973) y "Wicker Man" (2006) lo hacían de manera bastante más directa en cuanto al protagonista.

No debemos olvidar que el sacrificio humano y los rituales de sangre son consubstanciales a la especie actualmente dirigente del planeta, se han practicado en todo el mundo desde la prehistoria y su origen en la psique es un misterio digno de estudio. Por nuestro ámbito cultural tenemos mayores asociaciones con el mundo Mediterráneo, Norte y Próximo Oriente, pero en todas partes, con mayor o menor profusión, la ofrenda máxima a los dioses resulta ser el sacrificio humano, generalmente ajeno y, en ocasiones, el propio.

Si quitamos elementos tipo los Aztecas et al, en la zona que podríamos denominar como "esfera occidental y proximidades", la mayor parte de los imperios siempre han tratado de controlar esta tendencia, al parecer innata en demasiadas gentes y pueblos. Asiria lo intento controlar en su zona y posteriormente ROMA en la suya con un relativo éxito ambos ya que nos encontramos con el Tofet de los Israelitas, cercano a Jerusalem, así como el Tofet de Cartago (Salambó), donde las víctimas eran ofrendadas a Moloch, Baal y Tanit, principalmente.

- Betilo del Templo de Astarté, Monte Sirai, Cerdeña -

Arriba tenemos un betilo de los innumerables que existieron en la cuenca mediterránea y el área de influencia de Carthago en grandes porciones de Iberia y las islas, donde, como ya vimos anteriormente, sacrificar en altares de piedra (incluida la quema de las vísceras) era también moneda corriente para los pueblos de las profundidades de la Península desde mucho antes de tener contacto con la religión de estas oscuras civilizaciones, de las que ROMA dejó bastante poco: Carthago Delenda Est, con bastante buen criterio, por cierto. Una lástima que sus tradiciones se hayan abierto camino hasta nuestros días.

BETILO consta de dos significados procedentes del Hebreo: Beth = Morada / Recuerdo y "El", conocido término referente a "Dios". La palabra betilo designa a piedras muy similares (a veces "gemelas") de los tradicionales menhires, donde la piedra que apunta al Cielo mientras se encuentra bien clavada en la Tierra evoca / invoca a la "divinidad" que, en el caso semítico, según relatan,  descendía y chupaba la sangre de las víctimas desde dentro de la piedra, o aspiraba con ansias desde arriba los humos del holocausto, cuando el fuego participaba como herramienta en el sacrificio.

Esta horripilante clase de gente que pulula por todo el planeta con diversas máscaras humanas y cuyas fantasías (o materializaciones) Hollywood no deja de "alimentar", nunca han sido vistas con buenos ojos por aquellos cuya alma conoce la compasión y tiene otra visión de Dios:

"Ofrecieron a sus hijos y a sus hijas como sacrificio a esos demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos y sus hijas. Al ofrecerlos en sacrificio a los ídolos de Canaán,
su sangre derramada profanó la tierra. Tales hechos los contaminaron; tales acciones los corrompieron."
- Salmos 106:37-39 .

Las "mascaras" con apariencia humana adictas a estas viejas costumbres, son un tipo de "gente", independientemente de su religión o raza. Lo que sucede es que el viejo dicho de que "Dios los cría y ellos se juntan", viene a ser, una vez más, una realidad templaria.

No me considero cristiano, a estas alturas de la vida y la Historia. Basta con rememorar las declaraciones del párroco de la localidad y del arzobispo en el desarrollo de los acontecimientos acaecidos en Alcasser hace 30 años para darse cuenta de hasta qué punto son ciertas las palabras de un artista y político del pasado s.XX: "Solo muere lo que está dispuesto a morir".

Pese a todo, fue el Cristianismo el que logró, aparentemente, terminar con el visto bueno del que gozaban estas prácticas, lo que no ha evitado que en secreto hayan sobrevivido hasta el día de hoy para el mismo tipo de "gente".

Si bien la dudosamente Santa e indudablemente terrible Inquisición hizo cosas muy malas, el Cristianismo como tal resulta en tragedia su prostitución y desaparición (no hay más que ver lo que sucede en México/Colombia o en el Vaticano) porque su hueco será ocupado por la barbarie habitual... Finis Europae...

“Cuando el cristianismo decae, la barbarie se hace presente. Renunciando al cristianismo, no por ello vayáis a pensar que conservareis las nociones superiores de justicia, las ideas verdaderas sobre la naturaleza humana y los progresos de todo género que el cristianismo ha traído a la sociedad: su dogma es la garantía de su moral; esta moral no tardaría en verse asfixiada por las pasiones no gobernadas por el freno de la fe.  Ahora bien, no se vuelven a encontrar las elevadas virtudes cristianas allí donde ha reinado y se ha extinguido el cristianismo.”
- François-René de Chateaubriand s.XIX -

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