Cumplen muy bien y, al igual que sucede con el cuento original de Caperucita Roja (de los Grimm en adelante se suprimieron las notas más escabrosas), deja una clara advertencia flotando en el subconsciente, mientras que "The Wicker Man" (1973) y "Wicker Man" (2006) lo hacían de manera bastante más directa en cuanto al protagonista.
No debemos olvidar que el sacrificio humano y los rituales de sangre son consubstanciales a la especie actualmente dirigente del planeta, se han practicado en todo el mundo desde la prehistoria y su origen en la psique es un misterio digno de estudio. Por nuestro ámbito cultural tenemos mayores asociaciones con el mundo Mediterráneo, Norte y Próximo Oriente, pero en todas partes, con mayor o menor profusión, la ofrenda máxima a los dioses resulta ser el sacrificio humano, generalmente ajeno y, en ocasiones, el propio.
Si quitamos elementos tipo los Aztecas et al, en la zona que podríamos denominar como "esfera occidental y proximidades", la mayor parte de los imperios siempre han tratado de controlar esta tendencia, al parecer innata en demasiadas gentes y pueblos. Asiria lo intento controlar en su zona y posteriormente ROMA en la suya con un relativo éxito ambos ya que nos encontramos con el Tofet de los Israelitas, cercano a Jerusalem, así como el Tofet de Cartago (Salambó), donde las víctimas eran ofrendadas a Moloch, Baal y Tanit, principalmente.
Arriba tenemos un betilo de los innumerables que existieron en la cuenca mediterránea y el área de influencia de Carthago en grandes porciones de Iberia y las islas, donde, como ya vimos anteriormente, sacrificar en altares de piedra (incluida la quema de las vísceras) era también moneda corriente para los pueblos de las profundidades de la Península desde mucho antes de tener contacto con la religión de estas oscuras civilizaciones, de las que ROMA dejó bastante poco: Carthago Delenda Est, con bastante buen criterio, por cierto. Una lástima que sus tradiciones se hayan abierto camino hasta nuestros días.
BETILO consta de dos significados procedentes del Hebreo: Beth = Morada / Recuerdo y "El", conocido término referente a "Dios". La palabra betilo designa a piedras muy similares (a veces "gemelas") de los tradicionales menhires, donde la piedra que apunta al Cielo mientras se encuentra bien clavada en la Tierra evoca / invoca a la "divinidad" que, en el caso semítico, según relatan, descendía y chupaba la sangre de las víctimas desde dentro de la piedra, o aspiraba con ansias desde arriba los humos del holocausto, cuando el fuego participaba como herramienta en el sacrificio.
Esta horripilante clase de gente que pulula por todo el planeta con diversas máscaras humanas y cuyas fantasías (o materializaciones) Hollywood no deja de "alimentar", nunca han sido vistas con buenos ojos por aquellos cuya alma conoce la compasión y tiene otra visión de Dios:
su sangre derramada profanó la tierra. Tales hechos los contaminaron; tales acciones los corrompieron."
- Salmos 106:37-39 .
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