martes, 20 de abril de 2021

AJUNO

 

Mi mujer me ha llamado la atención en alguna ocasión sobre la admiración que le causa el hecho de ver personas que fueron testigos de primera mano en la Segunda Guerra Mundial y que todavía están vivas. Hablamos de gente que tiene 95 años o más y no han tenido precisamente la vida de la Reina de Inglaterra, más bien al contrario.

La idea es engañosa, ya que la inmensa mayoría de los componentes de aquellas generaciones han muerto hace años y lo que vemos son los escasos ejemplares remanentes, alguno de ellos muy publicitado en TV, de vez en cuando, por haber sido los supervivientes de tal o cual tropelía. 

Pese a todo lo que se dice sobre los sanos y buenos que eran los alimentos anteriormente, la calidad del agua o el aire, el contacto con la naturaleza, etc., etc..., lo cierto es que la esperanza de vida en los países desarrollados no ha hecho más que aumentar de forma generalizada desde los años 50 del s.XX y tan solo en fecha reciente, gracias a las crisis económicas desde el 2008, ha empezado a descender y seguramente se seguirá por ese camino; la falta de dinero en cantidad suficiente "mata y envejece" bastante más y mejor que todos los aditivos alimentarios o la contaminación de Madrid.

No obstante, la inocente falacia observable, enunciada por mi tierna compañera, era fascinante y empezó a dar vueltas una y otra vez en los recovecos del cerebro hasta que se me ocurrió un punto común: la mayoría de ellos, no todos (evidentemente), habían pasado hambre durante años y aquellos que no habían tratado de compensar aquella feroz carencia en los tiempos posteriores a la ordalía, eran los que teníamos a la vista.

¿Había alguna base para esta elucubración sin fundamento alguno?. Pues años más tarde me enteraría de manera sorprendente de que algo hay:

https://www.diariomedico.com/medicina/inmunologia/el-ayuno-desencadena-la-regeneracion-de-celulas-madre-del-sistema-inmunologico-danado.html

https://neolifeclinic.com/blog/ayuno-y-regeneracion-celular/

El misterio es mayúsculo e impresionante. Puesto que esas células madre, generadas en tan infravalorada parte del cuerpo, siguen su camino por él para instalarse y evolucionar allí donde sean necesarias, incluidas las neuronas. No hay una explicación clara de por qué se produce este fenómeno a partir de las 22 horas de ayuno absoluto, y dejando a un lado los inverificables postulados del "Prana & Angels", podría ser, ¿quién sabe?, que la todavía negada oficialmente "memoria genética", exista en cada generación de células y recuerde cuando en aquella "otra vida" tampoco transitaban alimentos por esa "gran serpiente" que retorcida en meandros una y otra vez se inicia en la boca acabando en la baja espalda, esa otra vida de oscuridad pero no de silencio: en el seno materno, donde las células madre son las indiscutibles protagonistas de nuestro crecimiento.

Esa larguísima serpiente que todos tenemos dentro y que pide siempre más, goza de gran número de neuronas, conexión de alta capacidad hacia el cerebro y junto a sus órganos de complemento se encarga de realizar la alquimia alimenticia que nos permite seguir vivos y sanos, existiendo en su más que ácida caldera de magma orgánico.

Es una serpiente agradecida, a su manera, si cuidamos de darle no lo que pide, si no lo que le conviene. No deja de ser un pequeño ejercicio de andar por casa sobre "cómo domar un dragón", que revierte en beneficios físicos y mentales.

El Demiurgo será un gran cabrón, pero está claro que en su imitación se han generado organismos con unas capacidades asombrosas de regeneración y flexibilidad de las que todavía no disponen las máquinas: una rótula de titanio se desgasta, el hueso y el cartílago se regeneran, dentro de unos límites, claro.

Supongo, que cada cual debe encontrarle la medida a su serpiente (de unos 9 metros aproximadamente en los adultos) en cuanto a lo que es recomendable para cada cual. No aspiro a vivir 100 años y sigo pensando que cuando te toca morir, te mueres; la Gran Parca te corta el hilo y palmas como cualquier conejillo de indias en el más del Millón de maneras de morir que hay cada día, con lo que aquello del "Fuma, Folla y Bebe que la vida es breve" sigue siendo tan válido como siempre y sigo aprovechando cualquier ocasión propicia para convertirme en un "barrilete politóxico" en busca de sueños instantáneos. Pero... para los aspirantes a la inmortalidad física me permito recurrir al Gran Eugenio:

"Saben aquel que diu....

- Doctor, estoy preocupado, ya tengo 50 años y hay amigos y familiares que han fallecido. Quisiera me dijese qué tengo que hacer para vivir más.

- Verá, usted coma solo una vez al día, pero ya sabe, algo sano, nada de grasa, nada de azúcar ni sal. Nada de tabaco, nada de alcohol ni ninguna otra droga como el café y por supuesto, olvídese del sexo en todos sus aspectos.

(Pausa para dar un par de caladas al cigarrillo y un buen trago de bebercio espiritoso). Suelta el humo y sigue...

- Oiga doctor,  ¿usted cree que así voy a vivir más?.

- No lo se, pero le aseguro que cada día se le va a hacer eterno."


Bromas a un lado, parece ser que los billones de seres vivos que nos componen, con la increíblemente variada y compleja fauna y flora de los intestinos, tienen una opinión y comportamiento particulares al respecto de lo que deben no tener y tener de vez en cuando, incluido el ayuno.

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