¿Podría ser que los diseñadores de Hollywood lo hubiesen hecho a propósito para hacer inconscientemente todavía más malvados a los lagartos galácticos que llegaron en busca de comida fácil y rápida?. ¡Malditas lagartijas del demonio!, si alguna vez puedo volver a salir al campo (eso sí, con mascarilla y gel hidroalcohólico) al primer reptil que pille me lo cargo, aunque sea una especie en peligro de extinción, ¡me lo cargo!, malditos nazis...
Bien, ahora que la pastilla mágica empieza a hacer su efecto y vuelvo a sentirme nadando en la plena normalidad de la comunión con mis amados y sabios conciudadanos, verificado una vez más que odio a los malditos nazis, sigo con esa extraña sensación de que el mundo, gracias a Dios, es bastante más grande que el redil occidental y mirando la imagen con el texto sánscrito me acuerdo alarmado de que el maldito (hasta el delirio furibundo de según quienes) símbolo resulta que es sagrado para hindúes y budistas, lo que no obsta para que bien entrado el s.XXI se le siga persiguiendo ferozmente por los paladines de la bondad, la justicia y la democracia.
Dios mediante próximamente veremos otra de esas curiosidades que tiene la Historia y su actual amo cultural: los EE.UU.
Mientras tanto, cabe meditar sobre el por qué de semejante saña cuando la hoz, el martillo y la estrella roja del comunismo, con más de 100 millones de muertos a sus espaldas, sigue siendo aceptada e inmaculadamente en la línea de lo políticamente correcto en la granja bancaria occidental, donde todo ha cambiado y evolucionado salvo en una cosa:
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