martes, 9 de agosto de 2022

PANZERLIED

La primera vez que escuché esta canción, actualmente prohibida en su lugar natal, Alemania, era yo bastante pequeñito. En la TV, sobremesa del Sábado, la Primera Cadena de RTVE ofrecía, en aquella distante y primitiva época con tan solo dos canales disponibles (al parecer cuanta más oferta de televisión más evolucionado positivamente se encuentra un país), la película "Battle of the Bugle" (1965), aquí traducida como "La Batalla de las Ardenas", que por cierto, se rodó en España con el material blindado americano que por aquel entonces se tenía de dotación regular.
La verdad es que no me gustó en absoluto cantada "A cappella" al ritmo marcado por las botas ante el inigualable Robert Shaw, que interpretaba en aquella ocasión una mezcla de personajes históricos representados en la figura del Oberst (Coronel) Hessler.
Misteriosamente en aquella tierna edad me caló por completo la fatalidad de no hacerse con los depósitos de combustible, en vez de, como sería pertinente, alegrarme y celebrar la victoria de los americanos... Eso de que "la cabra tira para el monte desde que nace", debe de ser verdad.

No sería hasta muchos años más tarde que en el programa de Don César Vidal, "La Voz", escuché la versión realizada por la Orquesta Filarmónica de Tokyo, donde asombrado comentaba que en el vídeo se podía ver al público siguiendo el ritmo con palmas.
Esto es algo sencillamente inimaginable en todo el decadente occidente, no solo en Alemania. Parece que, gracias a Dios, los japoneses se encuentran libres de algunos prejuicios que acogotan o soliviantan a europeos y demás patulea que puebla los antiguos lares de la Cristiandad.

Aún está disponible en YOUTUBE: https://www.youtube.com/watch?v=uSQKdpDnX2w

De entre los 893 comentarios que tiene el vídeo a fecha de hoy, destaco uno traducido del Inglés: "Suena más alemán que los alemanes de hoy en día."
Tiene razón.

Al igual que España, Europa y demás, tanto países como población son cada vez menos reconocibles como tales y diferenciados, se avanza (para jolgorio de la mayoría) a buen ritmo hacia una masa con los mismos valores, creencias y cultura en sintonía con el "mundo" estadounidense moderno y todo lo que amablemente nos ofrece. Habrá alguna que otra discrepancia pero, básicamente el Tío Sam toca la música y nosotros bailamos como más le guste a la casta en el poder de los U.S.A.
Las banderas y el patriotismo quedan para sacarlos a pasear durante la Eurocopa y demás historietas que tanto llenan el corazón y el alma del populacho junto a selectos componentes de la nueva y de la vieja "nobleza".

Aunque el resultado ya estaba sellado de antes, el año 1945 marca sin duda un gran paso en el avance de la civilización europea hacia su ahora inevitable destino. 


Francamente, la historia de las coincidencias, la sincronicidad y todas esas cosas que de vez en cuando se dan a lo largo de la vida en lo personal, a veces, resultan ser tan curiosas como llamativas.

Hace pocos años me ofrecieron cambiar de un puesto en el que me encontraba bastante cómodo y adaptado, a otro al que temía tener que decir que sí, por el cambio que iba a representar (no para mejor) en mi tiempo, cercenando finalmente cualquier "respirar" fuera de la prisión que es intercambiar el limitado tiempo de existencia por una cantidad de dinero que no te va a solucionar ni cambiar nada; es decir, iba a trabajar más como para transformarme la vida a peor, pero no iba a ganar más como para que mis circunstancias cambiasen a mejor.
Pero entendía que se lo debía a la persona que me lo ofrecía y al que previamente, al poco de empezar en la empresa, le había dado mi palabra de no fallarle.

Fueron meses de pesadilla por el cambio y los horarios, con 60 horas a la semana, aunque no me dique a picar piedra, son bastantes. Apenas dormía por diversos motivos y el estrés pesaba como una losa mortal cada día junto a madrugones notables me llevaron a la convicción de que más antes que después me daría un síncope o algo peor.
No es broma, los japoneses tienen una palabra para ello Karoshi, significa muerte súbita por exceso de trabajo y está reconocido con indemnizaciones en aquel país desde 1987. Según el Ministerio de Trabajo Nipón entre 2000-3000 personas cada año mueren por esta causa.
Algo nada sorprendente, según los estudios realizados, trabajar 55 horas o más a la semana aumenta un 35% el riesgo de episodio cerebrovascular y un 17% el riesgo de muerte por enfermedad cardiaca.

Esta Espada de Damocles pendulaba entonces sobre mi cabeza a la vuelta de las vacaciones cuando en una mañana de Agosto, antes del alba, me dirigía al trabajo atravesando el sofocante calor de esas horas por las infectas callejas de Lavapiés cuando por las puertas abiertas en uno de los balcones empezó a sonar a todo volumen una canción que ya conocía sobradamente: Panzerlied, la versión cantada. Algún ciudadano sumamente incívico (o bastante sorderas) estaba viendo la mencionada película y quería hacer partícipe a todo el vecindario de esta marcha militar que acompañó a la Gloria y a la Muerte a quienes tanto hicieron con lo poco que tuvieron en comparación a los que se enfrentaban, y eso no se lo quita nadie, como no se lo quitarán a los 300 de Leónidas.
No pude evitar reírme porque aquella música me seguía camino hacia la tortura que me esperaba hasta cuando fuera que fuese, porque no iba a quejarme ni pedir que buscasen a otro para el puesto, como había estado tentado de solicitar en más de una ocasión.

Bueno, la Vida, a veces, te da sorpresas agradables que no te esperas. Aquella misma mañana al poco de reincorporarme me citaron para hablar sobre algunos cambios que habían estado meditando sobre mis tareas: me reducían la jornada a 50 horas a la semana y desterraban los madrugones hasta nuevo aviso.
Algo es algo..., volvía a respirar y bueno, el resto es historia que no viene a cuento.

Lo importante resultó ser que estaba dispuesto a reventar antes que a decepcionar, y tampoco deseaba decepcionarme a mi mismo por mis limitaciones, no muy diferentes de lo que se conoce como adicción a la "zona de confort". 
Aquel día hubo un antes y un después del que tomé conciencia, quedando asociado para siempre a cierta canción.

Evidentemente no tiene nada que ver con lo que afrontaron aquellos lejanos soldados que les tocó enfrentarse a los tres mayores imperios que ha conocido la Humanidad, pero no deja de ser hasta cierto punto un paralelismo el hecho de que algunos pocos sigamos empecinados nuestro camino hasta el final, atravesando día a día las apretadas filas de los mamones y sus sicarios, los mamarrachos, mamabragas, soplapollas, sicofantes, degenerados y oligofrénicos suicidas que nos han traído sin remedio a la situación en la que nos encontramos. Uno no puede evitar sentirse con la coraza perforada, el motor renqueando humeante, pero aún en marcha sin que nos hayan dejado fuera de combate. 
Seguimos un día más nuestro solitario camino entre las hordas que nos rodean y para las cuales somos lo peor de este mundo y del otro por defender lo que a la vuelta de 80 años los hechos han refrendado: las proféticas palabras de un artista y visionario que supo lo que le sucedería a Europa y a sus pueblos bajo el gobierno del poder que dirige este mundo.

https://www.youtube.com/watch?v=bFCUVIBKESU
La traducción creo que no es muy exacta pero da una idea en Español para entender la inspiración que tuvieron Otto Carius y su tripulación entre los muchos que fueron entonces.

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