Soy más de montaña con diferencia, sean valles, cumbres o bosques me tira notablemente más que el Mar, por mucho que me gusten las olas y su arrullo, las aglomeraciones veraniegas no son lo mío y me "llama" más surcar la Mar aspirando a navegar hasta alcanzar el horizonte que aposentarme a revolcarme como una croqueta en la arena.
Pero reconozco el inigualable encanto que puede llegar a tener una playa con aspecto de ser un pequeño rincón del paraíso.
La película mencionada tuve ocasión de verla en su estreno de cine en España hace ya unos cuantos añitos, y la verdad, a mí me pareció muy buena, por la moraleja y la conclusión final. El desarrollo de la historia tampoco está mal y el protagonista, por mucho que esta opinión no sea universalmente compartida, creo que es un buen actor entonces y ahora...
Sin embargo, las críticas fueron feroces y tuvo, o eso dicen, una cierta depresión que le llevó a estar un tiempo encerrado en casa debido a ello, ya que la recaudación fue bastante bien: 144 millones sobre un coste de 50.
Lo más irónico del asunto fue que las autoridades tailandesas denunciaron a la productora debido al estado en que dejaron la isla donde se realizó el rodaje junto a algunas zonas del archipiélago turístico en el mar de Andamán, hoy muy conocido: Mu Koh Hong, Krabi, Phi Phi, Khao Khanap Nam, Thara y el Parque Nacional de Khao Phanom Bencha (piscina Chong Phra Kaeo), porque, paradójica pero previsiblemente, la película no dejó de ser un cierto tipo de "efecto llamada" para el planeta, al punto que la playa postula como la más famosa del mundo recibiendo a unos 5000 visitantes al día procedentes de las zonas hoteleras de Krabi y Phuket, lo que finalmente obligó en Mayo del 2018 a que los responsables tuviesen que cerrar el tráfico de turistas durante cuatro meses en un intento de poder regenerar el lugar, pensando principalmente en el coral.
Así andamos, la frontera entre la riqueza y la destrucción en lo que se refiere al mundo del turismo es muy delgada y, aunque la falta de conciencia en cuanto a la gestión de residuos y vandalismo, es sin duda lo más grave, el simple número de personas que acceden a deleitarse con las maravillas del mundo natural, es simplemente insoportable para un entorno que no es un parque temático aunque así se pretenda.
Al igual que sucedía con la energía y los puntos de recarga para los coches eléctricos, simplemente no hay para todos.
E inevitablemente, la degradación viene aparejada sencillamente por la concurrencia de un gran número de personas en un determinado lugar, independientemente de la conciencia ecológica y respeto que tengan los susodichos, algo que tampoco es que sea lo habitual, por cierto. Da igual que los perros estén prohibidos, la gente se mete con ellos a la playa, alguna basurilla siempre queda abandonada, por no mencionar las inevitables colillas de los fumadores.
¿No han observado que en la publicidad de los más bellos lugares del mundo natural siempre hay algo que falta?: por lo general nunca hay gente, si acaso alguna tipa en bikini o un solitario senderista diminuto ante la magnificencia de las montañas que se apresta a recorrer en la instantánea de la agencia de viajes. En Egipto se retrata a los Colosos de Memnón, por lo general, con la notable ausencia de los mares de turistas que se agolpan a sus pies.
No es casualidad, las cosas bellas las queremos para nosotros solos sin que el paisanaje nos estropee el paisaje...
En zonas como el Saler no es complicado encontrarse con preservativos y tampones usados además de la consabida variedad de otros restos abandonados por los visitantes diurnos y nocturnos del lugar.
Seguro que la mayor parte de las personas no son así, pero, evidentemente, el número de ratas de dos patas que deambulan por todas partes es lo suficientemente elevado como para que la huella que dejan continuamente no pase desapercibida precisamente.
Y eso cuenta para todos, incluidas las empresas, tanto por el ejemplo mencionado del rodaje en Tailandia, como cualquier otro donde lo que importa es "hacemos lo que necesitamos para obtener lo que buscamos, el resto da igual".
Esta máxima no es tan solo de las petroleras, lo es prácticamente de todas las grandes y pequeñas empresas, incluso de los individuos, diría yo.
Para la película "Kingdom of Heaven" el director, Ridely Scott, recurrió a todo tipo de ruegos, ofertas y amenazas para que le dejasen rodar en la Catedral de Córdoba, pero el párroco a cargo (Olé sus cojones), tras ver el proyecto de lo que tendían que hacerle a su iglesia y las molestias que iban a causar no se bajó del burro ni ante las presiones del obispado, dijo que no iban a tocar nada ni a molestar a los feligreses y su rutina, que no se rodaba allí y punto.
Y efectivamente, el Director tuvo que renunciar, echando espumarrajos y sapos por la boca, pero tuvo que aceptarlo.
El Turismo es un gran invento, tal y como rezaba aquella película de 1968, pero con moderación, puesto que la "salvación" con mucha facilidad se puede convertir en "condena y destrucción". Los números importan y no debería hacerse, como sucede siempre, atender solamente a los del dinero. La calidad debería importar también, así como la seguridad del objetivo a visitar.
Por ejemplo en el Hayedo de la Tejera Negra, el parque natural de hayas más meridional de Europa, es necesario reservar con antelación y tiene su cuota limitada, algo molesto, pero muy conveniente para evitar finales como el de la playa asturiana de Gulpiyuri en el Concejo de LLanes. Los lugareños la han cercado en un vano intento de limitar el acceso a las hordas que anegan este diminuto y encantador rincón de la costa cantábrica.
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