"Surgieron a partir de la revuelta de Pedro Sarmiento (Toledo, 1449), a consecuencia de la cual se redactó la Sentencia-Estatuto" ... "fueron el mecanismo de discriminación legal en la Monarquía Hispánica y el Reino de Portugal hacia la minoría judeoconversa y morisca que constituían los cristianos nuevos."
"Los estatutos de limpieza de sangre se basaban en «la idea de que los fluidos del cuerpo, y sobre todo la sangre, transmitían del padre y la madre a los hijos un cierto número de cualidades morales» y en la de que «los judíos, en tanto que pueblo, eran incapaces de cambiar, a pesar de su conversión». Como dijo fray Prudencio de Sandoval del «santo y prudente» estatuto de limpieza de sangre de la catedral de Toledo de 1555, que sirvió de modelo a todos los posteriores, «¿quién podrá negar que en los descendientes de los judíos se perpetúa y dura la inclinación al mal de su antigua ingratitud y desconocimiento, como en los negros el accidente inseparable de su negritud?... El judío puede descender por tres lados de gentilhombres o de viejos cristianos, un único mal linaje lo infecta y lo echa a perder, porque por sus acciones, en todos los sentidos, los judíos son dañinos»."
"Por otro lado, sigue siendo objeto de debate si los estatutos de limpieza de sangre ibéricos son el origen del racismo europeo moderno. Según Jean-Fréderic Schaub «la contribución de los estatutos de pureza de sangre ibéricos a la formación de las categorías raciales se sitúa en el punto de unión entre exclusión personal y estigmatización colectiva». Según Max Sebastián Hering Torres, «por primera vez en la historia europea se utilizan los criterios "raza" y "sangre" como estrategia de marginación. Moralistas como Torrejoncillo no duda en afirmar [en "Centinela contra judíos"] que el judaísmo se define con base en la "sangre", sin importar que la conversión al cristianismo hubiera tenido lugar hace veintiuna generaciones».
"Según el historiador José Manuel Nieto Soria, los estatutos de limpieza de sangre fueron la materialización del racismo de la propaganda anticonversa, que sostenía que «la maldad intrínseca de los conversos» es debido a la sangre judía que corría por sus venas."
- Fuente: Wikipedia -
Hay que ver cómo hemos cambiado, progresando positivamente de pioneros y estrictos segregacionistas a ser los reyes del mestizaje y el buen rollo planetario. Ha costado algunos siglos y algún que otro disgusto, pero ¡aquí estamos!, una España cuya población era, hasta hace unos años, significativamente menos mezclada genéticamente que la de Italia, va camino de convertirse en el tan querido y cacareado melting pot a la hispana, promocionado ad nauseam y a bombo y platillo por todos lados alegando que "aquí vino todo el mundo a follar y establecerse, lo que ha hecho tan rica la mezcolanza de pueblos y culturas españolas que bla, bla, bla, bla...."
Como de costumbre, oligofrenia profunda y maldad cainita, típicas de Iberia, aunque no solo de aquí, pero especialmente aquí se dan.
Las poblaciones, salvo casos muy aislados y violaciones varias por motivos de guerras u otros, no se mezclaban, en la Reconquista las tierras se repoblaban con europeos, no con africanos, aquí, hasta hace poco, no éramos bastardos hijos de mil padres como nos cuentan, sino mayoritariamente descendientes de lo que es cepa de Europa auténtica.
Fue en estas tierras donde tenían claro la importancia de la sangre, fue aquí donde nació la expresión "Sangre Azul" para referirse a unos nobles que, en tiempos, fueron los más aguerridos y capaces en una asombrosa guerra de Reconquista de ocho siglos, La Cruzada del Sur, que una vez terminada, les llevaría a conquistar de manera increíble todo el continente americano hasta la altura del Norte de California, extendiendo el Imperio de Provincias y Virreinatos Español.
Hoy en día, en cambio, unos y otros han quedado como mamarrachos, putas y degenerados bailando al son del dinero y la propaganda más maliciosa de la historia de la humanidad, que ya es decir. Aunque no estamos solos ni somos los peores; los suecos nos ganan de amplio en su ya prácticamente estado fallido del Norte, posiblemente sea el primero en desaparecer como país y población reconocibles.
Ahora bien, ¿nuestros malvados y crueles antepasados se equivocaban absolutamente al considerar la sangre como algo vehicular de cualidades y caracteres?.
Bueno, preguntemos al Pueblo Santo, a ver qué opinan.
Pues sencillamente y desde siempre en su historia, se es de pura cepa si ambos progenitores son judíos, y también se puede aceptar como tal si tan solo la madre lo es; en cambio, si el padre es judío pero la madre no, la cosa cambia. Quizá se le puede aceptar en el concepto "pueblo judío", pero siempre va a ser un "sangre sucia", por decirlo de alguna manera.
Anteriormente ya anduvimos especulando que el ADN y sus hebras podían, quizá, funcionar como una suerte de "antenas" para ciertas "vibraciones" procedentes de a saber dónde, del mismo modo que el grafeno-hierro lo hacen a las radiaciones de cierta frecuencia.
¿Y qué cojones tiene todo esto que ver con los aberrantes Estatutos de Limpieza?. Pues que en el ADN mitocondrial se encuentra el "motor" energético de las células; forma un anillo de 37 genes, y reside en todos los habitantes que nos componen; aunque ausente, curiosamente, en los glóbulos rojos maduros que en el proceso completo de su desarrollo también pierden el núcleo celular.
Esta herencia genética se transmite únicamente de la madre a los hijos, siendo idénticos en la línea, al punto de que, en teoría, sería posible remontarnos a la Eva mitocondrial común para todos los humanos, caso de que hubiese existido tal cosa y no varias EVAs.
El mal funcionamiento de este tipo de ADN lleva a la muerte celular y, a diferencia del ADN nuclear que sólo tiene una copia por núcleo y célula, estando por tanto más expuesto al deterioro, del ADN mitocondrial existen miles de copias en cada célula, ya que estos organismos, incorporados simbióticamente por las bacterias hace unos dos mil millones de años, disponen de hasta 5 copias de estos (actualmente) 37 genes en cada una de las miles de diminutas máquinas mitocondriales que existen en cada célula de nuestros cuerpos, con la salvedad, ya mencionada, de los glóbulos rojos adultos.
- Un par de anillos mitocondriales -
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