Embobados componentes de una generación que alucinaron con películas como Juegos de Guerra (1983) o Sueños Eléctricos (1984), donde los coprotagonistas no eran robots parlantes que esquivan disparos de "blaster-laser" haciendo chistes con voces metálicas o jodiendo la marrana y tratando de hacer lo mismo con la rubia cachonda en SATURNO-3 (1980), sino que eran "auténticas" Inteligencias Artificiales, manipuladoras (claro indicativo de inteligencia), con capacidad de evolucionar y un fuerte componente emotivo-afectivo en las interacciones; anunciando la ya entonces consolidada concepción de una existencia intangible en los mares y manglares electrónicos de la Red de Conexión, siendo el interface del teclado y la pantalla catódica los únicos medios para tener contacto directo con estas mentes relativamente artificiales en el largo camino que llevaría a MATRIX y el embrionario transhumanismo que lentamente sigue desarrollándose con tranquilidad en los complacientes e indolentes úteros que son las democráticas sociedades más o menos occidentales.
Y todo empezó entonces, cuando los programadores y diseñadores gráficos fueron capaces de poner en marcha una industria que actualmente mueve y factura miles de millones de euros en el entretenimiento de algo que ya no es "matar marcianitos" ni juegos de niños, son verdaderos portales a otros mundos electrónicos que tienen ya su vida propia en la telaraña nubular de INTERNET.
Y otras, siguen funcionando, por increíble que parezca, son cacharos que tras casi 40 años funcionan tan bien como el primer día, bueno, quizá haya que cambiar alguna goma de arrastre rota y en los casos más serios sustituir un condensador que ha pasado a mejor vida... pero siguen haciendo lo que se esperaba de ellas: aceptar programas de usuario, cualquier programa que se nos ocurra hacer y transformar datos al formato electrónico que le queramos adaptar y que nadie puede acceder a esa información salvo que disponga de una máquina similar o adaptadores.
Además tienen una ventaja fabulosa en estos tiempos que corren: no se conectan a INTERNET por voluntad propia, es más, necesitamos hacer auténticas filigranas de ingeniería y programación para conseguir semejante hazaña.
Y es que, ¿quién puede asegurar que nuestros potentísimos ordenadores actuales, prácticamente siempre conectados en línea a la red global, no envían lo que se les antoje a los programadores y controladores de los diversos sistemas operativos y aplicaciones que anidan en ellos?, lo cual incluye documentos, actividades, pulsaciones de teclas y claves, etc., etc., etc... Y, naturalmente, en sentido inverso, ponerte en tu maravillosamente actualizada máquina lo que se les ocurra, por ejemplo pornografía ilegal, y cuyas consecuencias serían francamente malas en la carrera vital del confiado usuario-consumidor final de la informática moderna. Aunque en Europa lo hayan hecho legal ahora, yo no albergo dudas de que hace ya años que tienen acceso, criban con AI y guardan absolutamente todo: conversaciones telefónicas, SMS, correos electrónicos, navegación de INTERNET, todo, pero ahora ya no les hace falta una orden judicial para poder usarlo. La intimidad y la privacidad son espejismos que se están desvaneciendo a toda velocidad, al mismo ritmo que otras cosas.
La siguiente generación hablará, si llega a tener conocimiento de ello, del Mundo Antiguo, cuando había personas que no compartían todo con los demás y con la "Big Sister". Hay una película que trata bastante bien el tema: El Círculo (2017), muy recomendable.
Estos cacharros, para algunos, siguen siendo muy útiles, y bueno, de vez en cuando hacer un revival liquidando bichos a la antigua usanza, tampoco está tan mal, incluso con 50 años...
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