viernes, 4 de septiembre de 2020

INUIT

"Inuit" es un término genérico que significa "La Gente" para hacer referencia a los pueblos del Gran Norte Polar, junto a los "Yupik". Por lo general, ya no se usa tanto la palabra "esquimal" (eskimo) que viene a ser algo así como "comedor de carne cruda", al considerarse un término despectivo.

Estas personas, evidentemente, tienen su origen en los pueblos de zonas de Asia y sus rasgos fisionómicos han permanecido inalterados, a lo largo de los miles de años que han transcurrido desde que habitan la zona polar Norte.

En una región tan dura mantienen unas creencias animistas, al considerar que los animales disponen de alma, por lo que al matarlos, el cazador debe celebrar una ceremonia para el tránsito al otro mundo. Los chamanes mantienen que las personas, al morir, van al cielo o al infierno, pero una parte de su alma pasa a un pariente que acabe de nacer.

Creen en la existencia del dios del cielo Kaila y en Amarok, un gigantesco y solitario lobo-espíritu que devora a cualquiera que se atreva a cazar de noche, así como sus descendientes, los lobos comunes, cazan a los Karibú (el último animal entregado por Kaila) que se encuentren débiles y enfermos, para mantener su población con buena salud y quedar los mejores ejemplares a disposición de los Inuit.

Amarok ha sido relacionado con el misterio de la criptozología llamado "Waheela", una esquiva especie de lobo gigante con pelaje blanco cuya existencia no ha podido ser demostrada.

Estos pueblos del Gran Norte y el Polo han mantenido sus colores y rasgos faciales originarios pese al tiempo transcurrido, por lo que cabe preguntarse hasta qué punto tiene sentido la explicación que daban en el colegio sobre por qué los humanos que afrontaron la última glaciación habían evolucionado tal y como lo hicieron.

La historia tradicional (hoy desaparecida, ya que lo políticamente correcto es mantener que las razas no existen ya que es un "constructo social") es la siguiente: los monos aprendieron a permanecer erguidos para ver los peligros sobre la hierba de Africa, así como alcanzar los frutos de los árboles y perdieron el pelo para correr más tras las presas porque la carne les proporcionaba otra vía de sustento.

A poco que se analice, se puede ver hasta qué punto es ridícula una y otra explicación. Los monos siguen a día de hoy poniéndose de pie cuando quieren y suben a los árboles sin problema para comer sus frutos y también protegerse. Y no han cambiado nada en los últimos millones de años.

En cuanto al pelo, tiene gracia que lo que resultaba un problema para los monos carnívoros, ya que no les permitía alcanzar una velocidad máxima óptima, para el guepardo en especial, así como para otros depredadores en general, estar completamente cubiertos de pelo no parece causarles problema alguno a la hora de cazar, es más, en realidad otorga una protección extra sobre la piel desnuda así como resulta ser una buena capa aislante cuando no es verano.

La historia sigue de tal manera: la piel se volvió blanca, el pelo rubio y de otros colores claros así como los iris también, por culpa del hielo y las bajas temperaturas, que también afectaron a la morfología de la cara, ya que las narices se hicieron más estrechas y prominentes para calentar el aire gélido de hace 15.000 años, antes de que entrase en los pulmones y evitar con los nuevos apéndices nasales que los pulmones y el cerebro se viesen afectados por tan frío aire. 

Los colores claros y escasos de melanina: ojos azules, verdes, grises, ámbar, junto al pelo claro y fino, fue la respuesta evolutiva para absorber los débiles rayos solares que llegaban al hemisferio Norte, tan cubierto por la nieve y el hielo. Los tristes humanos de aquellos tiempos tuvieron que recurrir al pelo de otros animales, ya que la Naturaleza y los genes no creyeron pertinente volver a cubrirles con ese manto protector del que todavía gozaban los monos, nuestros lejanos parientes del Sur, que seguían retozando felizmente en la ubérrima África.

Por increíble que parezca, estas gilipolleces se siguen transmitiendo de generación en generación.

La prueba viva son los Inuit, siguen siendo tal y como eran hace miles de años, no se han vuelto caucásicos. El origen de las razas europeas habrá que explicarlo de otro modo.

Y tenemos otra prueba difícil de rebatir: el oso polar.

Posiblemente lleva más tiempo sobre las nieves que los Inuit y conserva los iris marrones precisamente para protegerse bien de la deslumbrante luz que se refleja en tal hábitat. El pelo blanco es una simple apariencia. Si bien es verdad que la piel morena o negra es una protección contra la radiación solar, lo cierto es que son los colores oscuros los que absorben mejor las ondas que generan calor, por lo que lo ideal para poderse calentar un poco con el SOL en el Polo, es tener la piel negra, no blanca.
Y efectivamente, la piel del oso polar es negra, el pelo es en realidad traslúcido y lo que hace es llevar la radiación solar hacia esa negra piel que atesora toda la energía lumínica que puede para calentarse, a la par que estas pilosidades tan especiales funcionan como un excelente aislante térmico.

Así que la próxima vez que en "Erase una vez el Hombre..." (es increíble que no hayan erradicado la serie por sexista, discriminatoria, vejatoria y políticamente incorrecta) o alguna explicación científica de a saber quién, vuelva con la bobada de la raza blanca y la evolución glacial, simplemente pregunten por el misterio de los Inuit y el oso polar.

A ver qué dicen...

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