... ¿y qué?
La incredulidad,
lejos de excluir la curiosidad,
la sostiene.
Desconfiando de las cadenas de ideas,
de las ideas amaba la polifonía.
Basta con no creer en ellas para que dos ideas,
ambas falsas,
puedan chocar entre sí creando
un bello intervalo o un diabolus in musica.
No respetaba las ideas
por las que otros apostaban la vida,
pero dos o tres ideas que no respetaba
podían formar una melodía.
I
- El Péndulo de Foucault, Umberto Eco -
Pues efectivamente, todo esto no es precisamente el "Código Da Vinci", pero cualquiera que tuviese talento para escribir podría hacer una buena obra de ficción, que sirviese de alimento para los creyentes del culto al personaje público que ocupa tantas entradas, en este diminuto blog, patio de recreo y entretenimiento de todas las posibilidades que no fueron.
A primeros de Marzo de 2019 me dio por escribir, un Sábado por la noche, poco más de una página de algo que había empezado como una broma con mi mujer tras ver la enésima película en la que un gran polvo nos recordaba la épica y el misticismo del folleteo cinematográfico, donde el sexo resulta tan sentido que parece la quintaesencia de la existencia humana; en cualquier circunstancia y relato dado en una película, chingar siempre acompaña y realza la historia, o eso parece / se pretende.
Así que entre risas añadí que aquello todavía se podía mejorar: "Tendrían que estar follando mientras las bombas caen a su alrededor..."
Y así se quedó la idea, hasta que aquella noche agarré el MacBook Air de primera generación que a mi mujer le había regalado su hermano años atrás (y del que yo me había hecho cargo por abandono) y me puse a escribir una escena con ciertos tintes similares a los mencionados.
Me gustó el resultado, pero no veía por dónde podría seguir la cosa o qué hacer con aquello. Pensé en un final y cavilando empecé a ver cómo llegar a él y por qué.
Una historia más elaborada estaba gestándose.
Al poco tuve la inmensa fortuna de tener la confianza de un veterano escritor para comentarme acerca de una nueva obra en la que se encontraba trabajando y darme por anticipado la trama de las investigaciones que estaba realizando. Aquello me animó a seguir con lo mío y empezar a trabajar en un relato que fuese suficiente como para llamarlo "libro".
Y eso es algo que encontré ser sumamente difícil.
Al investigador le había hecho notar que el suyo era muy breve y que había que intentar extenderlo un poco más. Al cabo de los meses mi exasperación era mortificante al comprobar que lo que había criticado, la brevedad, era yo incapaz de solucionarlo en mi propia narrativa y contemplaba que todo lo que tenía que contar con inicio, nudo y desenlace no llegaba ni a las 100 páginas.
Tuve que asumirlo, el estilo podía gustar o no, la historia podía gustar o no, pero aquello nunca iba a pasar de ser el equivalente a las breves novelas de indios y vaqueros que abundaban en los kioscos y establecimientos de frutos secos y variantes en la España de Franco.
Al final quizá servía como un guion para una película de 90 minutos, pero nada más. LLamarlo libro era exagerar aunque llegase a cumplir con el número mínimo de páginas requerido para ello.
Pero me gustaba, había disfrutado tanto escribiéndolo, género novela de aventuras, como luego releerlo y pulirlo un poco más, añadiendo alguna otra cosa aquello tenía cierto cuerpo y lo más importante: me sumergía por completo en la época y los personajes; funcionaba como escapismo de manera asombrosa. Todas aquellas horas en el teclado eran un regalo diametralmente opuesto a lo que la vida cotidiana es.
Luego lo dejé, a falta de unos cuantos capítulos, no tanto por pura procrastinación como por falta de ganas de llegar a completarlo y ver qué hacer con ello.
Y así hasta el día de hoy, donde he escrito algo de diversas partes diferentes, pero relacionadas, de lo que podrían llegar a ser más aventuras de la misma serie.
¿Pero qué hacer con todo eso?. En un primer momento pensé que AMAZON (de momento aceptan y publican casi cualquier cosa) podría ser un buen lugar, con la versión en Inglés, aunque por el tipo de historia, tan solo en Japón podría tener buena acogida...
Luego pensé que quizá lo mejor sea el "autoconsumo" y ejercicio de estilo con la "pluma", sin más ambición que el propio amor al arte. Si algún día lo termino finalmente, creo que lo mejor será dejarlo disponible en formato PDF para el que, por mera casualidad, se lo encuentre en la RED.
Lo interesante y resultante de esta experiencia, es la convicción de que todos, al menos una vez en la vida, deberíamos escribir un relato o una poesía, por malo que fuera aquel o ñoña ésta.
No se trata de emular los pasos de J.R.R. Tolkien, Stephen King o J.K. Rowling (o sí, según las ambiciones que cada cual tenga), sino de participar en ese noble arte que, desde que las divinas palabras de los lenguajes surgieron en nuestras bocas y el divino regalo de la escritura enriqueció nuestras manos, ha sabido conmover corazones y mentes de todos aquellos necesitados de que vida y muerte sean algo más que simplemente la Muerte y la Vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario