Resulta un misterio cómo el término se quedó en exclusiva para el terrarium y criadero de larvas de burócratas que son las oficinas. Los ejemplares más gordos y notorios, por lo general, se les alimenta con la "jalea real" de la política para transformarse en especímenes auténticamente notables que suelen continuar como animales mutátiles, pasando de ocupar el trono de ministerios misteriosos a convertirse en zánganos bien alimentados en empresas de renombre.
En cualquier caso, hace 100 años, como ahora, las mascarillas causaban furor en estos espacios cerrados y por lo general mal ventilados donde se desarrolla esa insustituible actividad de rellenar papeles, incluso en estos tiempos de ficheros informáticos y teleconferencias, el "papeleo" sigue tan vigente como siempre en su modo físico y se ha disparado sin medida en el ámbito electrónico.
En realidad, la oficina es simplemente el taller/fábrica de palabras/números, algunas de ellas terribles, pues en su concatenación emanarán, por ejemplo, las leyes y sanciones procedentes de la gran boca del "dios legislador" que ha ido haciendo, por ejemplo, las directrices y multas en relación al ciudadano y el bicho que sigue comiendo el tiempo/dinero de nuestras vidas.
Sin las legiones de oficinistas que sirven de correa de transmisión entre los dioses parlamentarios y Hacienda/Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, aquellos predicarían en el desierto y éstos vivirían a su aire, recaudando/multando según su criterio personal, pues sin duda el dinero seguiría cambiando de mano, desde la base de la plebe/lumpen hacia arriba, a punta de pistola o garrote, pero seguiría cambiando de mano, eso seguro.
En este mundillo de cubículos, mesas y burós, no nos podemos quejar. Somos el primer paso en la evolución que salta del trabajo en la producción de bienes reales, a los intangibles conceptos de números e ideas que hablan entre sí en un lenguaje ajeno salvo para los iniciados que se especializan en las ramas del críptico saber estadístico, contable, formulario, reglamentario, legal, analítico, procedimental protocolario...En cierto modo, no deja de ser una cadena de montaje, solo que no se montan coches ni juguetes, sino registro de datos e incidencias, venta a distancia, operaciones telefónicas, crédito y banca, RR.HH., chupar tinta, lamer teclas....
No hay comentarios:
Publicar un comentario