viernes, 14 de mayo de 2021

EISWELT

 
El clima de este planeta es tan convulso y variable como sus propias entrañas y corteza. Actualmente el discurso del "Calentamiento Global" ha girado al genérico e indiscutible "Cambio Climático" asociado a las emisiones de CO2, ya se sabe: donde esté el dinero que podamos robar (más) a los contribuyentes. Porque, guste o no guste, el clima siempre está cambiando, pero si yo te puedo echar la culpa de eso y además me pagas... ¡pues mejor que mejor, pequeño ratón!.

En realidad, por increíble que parezca, desde hace unos 40 millones de años el planeta se encuentra en un periodo glacial que ha generado las masas heladas de la Antártida, el Polo Norte y Groenlandia así como las distintas zonas de glaciares que salpican el globo. Lo que sucede es que lo que nosotros consideramos como Edades del Hielo, cuando hasta 30 metros de nieve y hielo cubrían grandes superficies de los continentes, son en realidad los máximos de frío que vienen y van, por motivos desconocidos, a lo largo de periodos inmensos de tiempo en los que las vidas y civilizaciones humanas no representan más que un breve y minúsculo pestañeo.

Actualmente nos encontramos en una fase relativamente cálida denominada Holoceno, que antes o después, va a terminar como ya lo ha hecho previamente en anteriores ocasiones. En los últimos 13.000 años los primeros 7.000 fueron bastante más cálidos que ahora, hasta un máximo global de +3º sobre la media global actual, pero desde hace unos 5.500 años la tendencia ha sido a la baja en las temperaturas del planeta, salvo los conocidos como "Óptimos Climáticos" (del siglo I al s.IV y del s.X al s.XIV), el aviso de una Nueva Era Glacial en camino ya se ha producido en cortos periodos, con mínimos notables entre los siglos XVII y s.XIX.

Hace unos 10.000 años antes de Cristo, la cosa estaba más o menos así como la vemos en la imagen superior. El extraordinario ser humano, siguiendo creencias religiosas, científicas o lo que vaya saliendo, se ha adscrito en los últimos tiempos al conocido bipartidismo climático, oscilando según la moda hacia el posible fin del mundo/civilización a causa del frío (s.XIX hasta años 70 del s.XX) pasando, en el consabido movimiento pendular del mono chillón, a justo lo contrario desde entonces: el Armagedón final causado por el calentamiento global, presumiblemente por culpa el dióxido de carbono y las ventosidades del ganado.

En realidad no tienen ni pajolera idea. Mientras que la banquisa ártica ha disminuido, en cambio, la antártica ha crecido y desde 1960 los termómetros allí instalados no han variado, de media el continente helado del Sur tiene -19º. En realidad, según los datos oficiales de la NASA, la tendencia es a la baja con un leve enfriamiento en todo el Polo Sur. Greenpeace, WWF/Adena pelean a capa y espada esgrimiendo en la mano los registros de un ligero calentamiento que se ha producido tan solo en la pequeña parte que es la península antártica, pero, cosas de la vida, resulta que allí, de entre toda la Antártida, es donde más ha nevado, según el propio informe del IPCC 2007. Los glaciares del planeta están retrocediendo desde mediados del s.XIX, bastante antes de las enormes emisiones de CO2 que se han producido a partir de 1950.

Pero se mueve una suculenta cantidad de dinero entre científicos y grupos de interés. Y donde hay dinero, hay pillos, cabrones y putas de todo pelaje...

En cualquier caso, en realidad, un nuevo descenso en las temperaturas que lleve a un máximo glacial "ya toca" que se produzca, pues, por motivos completamente desconocidos y a lo largo de un periodo de siglos o milenios, la media global baja tras "tocar techo" a la "mágica" cifra de 12º:

Y esto no es ninguna broma. La vida vegetal depende no solo de la luz que reciben, también del calor, sin una temperatura adecuada las cosechas no prosperan y, según muestran ciertos estudios, en el último Máximo Glacial, hizo un frío de cojones en todo el planeta.
La temperatura media fue de + 7 grados Celsius. Eso es casi una nevera. Las zonas aptas para el cultivo, con temperaturas más altas y aceptables, debían de ser más bien escasas en la tierra que estuviese libre de hielo y nieve, posiblemente en la franja tropical del planeta.

Quien haya visto la película "El Día de Mañana" (The Day After Tomorrow - 2004), podrá recordar la escena en la que comentan cómo un mamut recuperado en la taiga parecía haberse congelado de forma casi instantánea, luego explican cómo una célula ciclónica podría hacer descender el inmensamente mortal frío del espacio exterior hacia el suelo.

Naturalmente yo me pensé que era una de las muchas gilipolleces y fantasías típicas del cine para acojonar y luego crear efectistas escenas que nos alucinen en masa mientras devoramos las palomitas con furor digno de mejor empeño. Ya se sabe, alimentar cuerpo y mente...

Y así habría quedado la cosa de no ser porque unos años más tarde, volviendo de un viaje en Julio y teniendo ya a la vista las montañas que separan la Meseta Norte del monstruoso cáncer que es Madrid, en la autopista que pasa a pocos kilómetros de Segovia y a eso de las 16:00, me saltó la alarma del avisador de hielo en el salpicadero del coche. Hacía unos minutos que habíamos entrado en una zona nubosa que parecía anunciar una tormenta de verano. En un primer momento pensé que se había estropeado el indicador, la temperatura seguía bajando y marcaba -3º. Abrí la ventanilla y era verdad: el aire era gélido de alta montaña. Me acordé de la dichosa película y a través del techo transparente pude ver que en efecto, encima teníamos una pequeña célula de ciclón que sin apenas viento ni lluvia estaba bombeando aire frío desde las grandes alturas de la atmósfera. Quizá fuese 5 Km más allá, el indicador de aviso de hielo dejó de parpadear y, a medida que nos acercábamos al puerto de montaña de la A-1 que conduce a la cloaca que anega mancillando la tierra al Sur de la sierra de Guadarrama, el indicador de temperatura recuperó los valores típicos para esas fechas del año en la prolongación de África que es España: +36º.

Se lo comenté a mi mujer que me acompañaba en el asiento de al lado y mientras seguía pendiente de la música y el teléfono, simplemente respondió que era curioso.

Efectivamente, había sido bastante curioso...

Una de las últimas teorías (Universidad de Harvard) que tratan de explicar el curioso periodo glacial conocido informalmente como "Snowball Earth", una época hace 717 millones de años en el que todo el planeta estaba congelado, lo atribuyen a intensas erupciones volcánicas que durante 10 años y en franjas activas que ocupasen en total unos 3200 Km de zonas de emisión de cenizas y gases (o simplemente un par de supervolcanes como el de Toba, añado yo), bloquearían la llegada de radiación al planeta, enfriando la delgada capa cálida de la atmósfera y el terreno hasta un punto de no retorno, dando lugar a que el hielo y la nieve, una vez asentados y estabilizados por el frío, ya limpia la atmósfera, lo que hicieron fue reflejar la luz hacia el espacio otra vez, funcionando como un espejo, enfriando aún más el planeta.

No hay una explicación, en realidad, para el origen del fenómeno, ni tampoco para el final de estas apocalípticas glaciaciones. Quizá los ciclos tengan más que ver con el Sol y la relación de la Tierra con él, que con causas exclusivamente locales del planeta. Es un misterio, lo único que está claro es que antes o después y, posiblemente, sin que lo podamos impedir pese a la tecnología de la que disponemos actualmente, habrá una Nueva Era Glacial. Recemos para que sea dentro de 10.000 o más años, eso para las edades geológicas no es nada, pero para la Humanidad...

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