jueves, 19 de mayo de 2022

En realidad fueron 76...


Tras la demora en su estreno provocada por la gestión del bicho, por fin se encontró disponible para su visionado en cines. Y tras décadas de evitar a las vociferantes masas devoradoras de palomitas, me animé a una pequeña celebración con la parienta (toda una oficialista) que incluyese cena posterior en alguna de las "peceras" de La Gran Vía, un Domingo con posterior festivo, lo que auguraba que se podría andar por el centro de Madrid sin combatir a codazos y empujones para dar el siguiente paso hasta nuestro destino, el cine Capitol en la primera sesión de la tarde.

En el centro de la platea nos distribuimos cómodamente cuatro gatos, literalmente, éramos cinco personas las que nos encontrábamos en la sala, refrigerada a conciencia, esperando la obra de este joven director que ha hecho milagros para conseguir una financiación alternativa a la habitual, lo que le ha permitido el control total de principio a fin, incluyendo la distribución y la completamente personal narrativa que debía tener la historia.

Para cualquiera interesado en el caso es recomendable porque entretiene para ver en imágenes lo que hemos imaginado o visto "congelado" en las fotografías de las épocas que han ido desgranándose en tres décadas, si bien, lógicamente, la ambientación de toda la cinta transcurre en los años 90, puesto que se circunscribe al periodo temporal del drama principal: la desaparición, el hallazgo y la huida del culpable oficial de los crímenes, lo que nos lleva a una cifra algo superior al número 75 que sirve de título. Supongo que todos jugamos un tanto con el tiempo y los números a nuestro antojo para... bueno, cada uno con lo que pretenda.

El autor ha hecho una recolección de escenas para la línea argumental que me parece muy acertada y no ha tenido reparos en incluir apuestas arriesgadas fuera del discurso oficialista, algo bastante agradable por lo que sugiere tanto como por lo que deja en el aire para que el espectador avispado y buen conocedor del caso real pueda apreciar lo que implicarían esas discrepancias.

Para los "expertos" resabidos del caso se les va a quedar corta la cosa en el tiempo que dura la película, pero es normal ya que, por un lado, se trata de hacer un relato que sirva de presentación y entrada a cualquiera que no sepa nada del asunto y, por el otro lado, es inevitable que las complejidades y la historia al completo no quepan en una obra en formato tradicional, lo lógico para adentrarse en el marasmo de información, mentiras, verdades y la dinámica que llegase a incluir el juicio, requeriría una serie de, al menos, dos temporadas, algo fuera del alcance de cualquiera que no cuente con el respaldo de una gran plataforma o una productora potente.

Los actores, correctos; la producción, cuidada; la historia, toca muchos "palos" del inmenso bosque que fue Alcácer, creo además que los ha seleccionado con bastante acierto, y sin alejarse la línea oficial, la quiebra. Se ha permitido las lógicas licencias con vistas a la dramatización y, a diferencia del documental de NETFLIX, evita ser tendencioso tanto como omitir el consabido enfoque "viogen&progress".

A fecha de publicación de estas líneas no se si quedará algún cine donde la proyecten y, si bien la pantalla grande (el tamaño importa) y los tsunamis de watts que penetran el cuerpo entero haciéndolo vibrar, crean en el cine una experiencia única; también es verdad que no resulta imprescindible una inmersión semejante para poder disfrutar de la película, en TV o baldosín tecnológico (alias "tablet"), con unos auriculares y a oscuras sin molestias, sirven de sustitutivo adecuado.

En fin, recomendada como curiosidad para los "expertos" del caso, y muy recomendada para los que lo desconozcan o sientan cierto interés sobre el tema. La sugerente escena final abre puertas para el que quiera echar a andar un poco más hacia el inmenso espacio y la maleza que son los montes de España.

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