viernes, 21 de abril de 2023

TERCER H

Película clásica que no me gustó, quizá debería darle otra oportunidad, ya veremos...; en cualquier caso, estas imágenes sirven para ilustrar otra cosa con el mismo nombre y que, yo particularmente, no entendía: el fenómeno del "tercer hombre", que a veces acontece de manera subjetiva en situaciones muy complicadas para la continuidad vital de la existencia del sujeto que experimenta este curioso y extraordinario acontecimiento.

La situación típica es la del montañero solitario que en una situación extrema se ve acompañado por "otro" cuyo aliento le ayuda a finalmente salir del compromiso.
Lógicamente sería entonces el "segundo hombre" y no el tercero.
Y ahí quedó la cosa sin más porque alucinaciones las podemos sufrir todos en determinadas situaciones, sin ayuda de drogas ni nada de eso, por la misma mecánica de la síntesis que elaborada de manera bastante compleja, tiene como resultado final la percepción humana y la propia consciencia.

Por ejemplo, Rambo nunca dijo en First Blood la frase "no siento las piernas", eso es cosa del humorista Santiago Urrialde en su imitación del personaje cinematográfico. Pero en la memoria de muchos españoles quedó el convencimiento de que esas fueron las palabras con el famoso "esto es un infierno". Luego, pendiente de ello ves la película y, efectivamente, en el monólogo las frases son parecidas pero otras, en realidad. Y en realidad, no sabemos exactamente cómo el cerebro conjuga todos los datos que recibe y los mezcal con el factor tiempo para darnos una muestra "coherente" en nuestra consciencia, por no hablar de la memoria y cómo recordamos las cosas que sucedieron hace años...

La nomenclatura viene dada por un famoso poema de T.S. Eliot:

"¿Quién es el tercero que camina siempre a tu lado?
Si cuento, sólo estamos tú y yo juntos.
Pero si miro hacia delante por el blanco camino,
Siempre hay otro caminando junto a ti."

Por eso aunque en tiempos recientes su origen se encuentre en la notable hazaña de Sir Ernest Shackleton donde aparentemente eran 3 + 1 = 4, la cosa se quedó como con el 3º de 1 + 1, y quizá esto tenga mucho más sentido de lo que imaginamos y así quedó respetado para referirse al fenómeno.


Esto, en principio, no tiene nada que ver con la extraña palabra de moda: ileísmo. Un término que me parece que no existe en Español y que es empleado para referirse a la práctica de hablar de uno mismo en tercera persona. 
Según dicen actualmente, tiene cierta utilidad práctica más allá de imitar a Julio César en su crónica de la Guerra de las Galias; en función de la persona en concreto, realizar este ejercicio lingüístico puede ayudar a pensar mejor al distanciarse un tanto de lo particular y personal a la hora de afrontar un problema concreto para tomar una decisión, analizar una situación o ver los propios sentimientos desde "fuera".
Esto, si se hace de manera habitual, es mejor no hacerlo en público y exteriormente ya que puedes llegar a parecer un perfecto gilipollas pedante o esquizofrénico (quizá ambas cosas a la vez) pero, dicen los expertos (tiemblo cuando llega a mí esta manida fórmula de convicción) que "...los que escribieron un diario en tercera persona durante un mes vieron aumentado su razonamiento sabio con respuestas más equilibradas a las tensiones diarias. Además, los participantes que escribieron en tercera persona conectaron fácilmente con emociones positivas, en lugar de caer en la frustración o la tristeza ante los problemas."

Bueno, ya tenemos otra panacea universal a mano de nuestras mentes....

Pero, "el tercer hombre" tiene una profundidad y trascendencia mucho mayores para aquellos que han sido tocados en su más íntimo interior por algo que cuesta darle un origen determinado, ya que sin dejar de ser una alucinación personal, aporta consuelo y soluciones...

Los humanos no terminamos de funcionar bien en completa soledad por lo que siempre tratamos de encontrar no solamente compañía, sino que ésta sea lo más afín y "perfecta" posible. Algo que nos lleva directamente a la infancia y los conocidos "amigos imaginarios" de los que hablan algunos niños y, por tanto, a una posible explicación que se relaciona con la aportada por el psicólogo Julian Jaynes: el "tercer hombre" sería una "intrusión" casi completa del hemisferio derecho del cerebro en la porción izquierda, favorecida por situaciones límite de estrés, soledad, riesgo...

Sería una suerte de mecanismo de defensa entroncada con la muy humana necesidad de nacimiento de tener protección, ánimo, no sentirse solo, el impulso para seguir con vida...


Todo esto y mucho más es analizado en el libro de John Geiger "El Tercer Hombre: El secreto de la supervivencia en entornos extremos". Donde aparecen recogidas las condiciones comunes en los casos estudiados: "la patología del aburrimiento, el principio de causas múltiples, el efecto de la pérdida, el factor Musa y el poder del salvador." 
Existiendo lugares proclives que acentúan los efectos del fenómeno, donde, lógicamente, aparecen las regiones despobladas y las situaciones extremas de catástrofes o guerras. 
Esto desvincula por completo la recurrente hipoxia de los montañeros como la causa fisiológica que, generalmente, se argumenta como más posible, ya que el "tercer hombre" no es exclusivo de la alta montaña.

Distingue en tres tipos la experiencia que se tiene con estos espejismos: presencias que ofrecen compañía, otras que son activas al punto de llegar a dar órdenes y otras que son un "duplicado" de uno mismo, ocupando nuestro lugar en el trance mientras que nosotros lo vemos y experimentamos desde fuera.

Acuña además términos muy interesantes como: el "interruptor del ángel", donde especula con la posibilidad de que en el futuro pudiésemos "encender" a voluntad esta alucinante entidad que resulta de imprescindible ayuda en los peores momentos de la vida.

Una vida que es un sueño, o un espejo en el Hades. Podría ser que los Mitos, como el de Orpheus y Eurydice tengan un significado mucho más profundo y real de lo que se está dispuesto a admitir desde hace milenios, ya que en tiempos de la Grecia Clásica empezaron a perder tanto su credibilidad como su significado real, incluida posteriormente en el camino de esa pérdida la Trinidad.

"Una explicación biológica no excluye un origen metafísico, una explicación del cómo no responde a la cuestión del por qué."
"Quién puede explicar por qué estos serviciales fantasmas deambulan en la penumbra de los límites de nuestra percepción?"
- Paul Firth, científico y alpinista -

En realidad, de la Realidad, sabemos más bien poco, podemos fabricar espejos, pero no conocemos cuál es en realidad la esencia de los espejismos y hasta dónde llegan éstos, tanto en lo externo como en lo que nos es propio y que llamamos consciencia...


¿Quiere saber más?: 
https://www.zendalibros.com/el-tercer-hombre-los-fantasmas-caminan-entre-nosotros/

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