Da igual cuán enraizado te halles en tu patria chica o los muchos kilómetros que hagas recorriendo tu pequeño valle o ciudad, dando vueltas sin salir más allá, con las consabidas excepciones de las "escapadas", similares intentos al de Ícaro, que al acabarse consumidas las efímeras alas del dinero y el tiempo vacacional, te devuelven con toda la fuerza de la gravedad al mismo lugar donde transcurre la vida en los días que se van...
Y lo que son las cosas de la Vida, si tu particular Marathón se alarga lo suficiente, en los años, te puedes encontrar siendo el último que conoces en el camino.
Tanto como se van las personas, los lugares donde habitan también lo hacen a su ritmo, solo las montañas evitan cambiar su mirada en las miríadas de arcos que el Sol traza al volar sobre ellas.
Si vives lo suficiente y quedas solo el último de los que te acompañaron, te puedes llegar a convertir en un extraño en tierra extraña, del hogar que has conocido sin moverte por un siglo.
En realidad, nos guste o no, todos somos nómadas en el río del Tiempo por el que pasamos, sin que él lo haga, cuando decimos que el Tiempo pasa. Lo interesante, al final, es qué pasa en ese Tiempo de nuestro camino...
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