Creo que a ninguno nos gusta cuando nos los piden, aunque dispongamos de ellos... Ya sea el DNI, el permiso de conducir o el de armas; cuando son los títulos, es otra cosa, puede gustar lucirlos hasta el punto de enmarcarlos y darles lugar de honor en el despacho de trabajo o en la habitación-nido de la casa.En cualquier caso, el hecho se basa en una autoridad que da valor vigente al papel que poseemos a nuestro nombre, en los casos mencionados o, en el papel moneda, que en cantidades suficientes tantas posibilidades abren.
Es prácticamente magia, tienes un papel y puedes conducir sin que te multen porque se supone que tienes conocimientos y capacidades para ello. Que te ha caducado: pues multa si te pillan.
El tema de los papeles, los sellos, refrendos y demás tiene una larguísima historia que se remonta al barro, literalmente: a las tablillas de escritura cuneiforme...
Así pues, para los humanos, el papel, lo escrito en él y qué firmas / sellos constan, tiene su importancia, de la cuna, con la Partida de Nacimiento, a la tumba, con el Certificado de Defunción...
"Hicieron este experimento en Inglaterra: a un grupo de personas se les dijo que en las semanas siguientes completos desconocidos intervendrían inadvertidamente en sus vidas. Nada de lo que uno normalmente se diese cuenta; quizá un paseante en bicicleta o un camarero en un restaurante. Sólo pequeñas interacciones configuradas para alterar el curso de sus rutinas.
Cuando el estudio estuvo acabado los voluntarios contaron todas las cosas que les habían sucedido y algunos de ellos fueron seriamente afectados por el mensaje que habían recibido: una mujer comenzó a creer en Dios.
Pero aquí está la cosa, nada se les hizo a los participantes. Sus vidas se habían llevado completamente sin cambios. La única cosa alterada fue su percepción.
La gente ve lo que está buscando."
- "The Good Neighbour", 2016. Vertical Entertainment -
Y efectivamente, así es, aunque los efectos/sentimientos, son completamente reales.
Precisamente por eso es imprescindible "tener papeles" que dejen lejos la parte de la imaginación, especialmente en lo más sutil, como resulta ser la rosa de fuego...
Que, lógicamente, tiene un precio a pagar...
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